El novelista, ensayista y poeta británico George Orwell aseguró que “la historia la escriben los vencedores”. Y si bien la aseveración está firmemente enclavada en la realidad, se podría añadir que, muchas veces, ya sea por fervor, por pasión o por diseño, se documenta el hecho de la manera más conveniente para estos “vencedores”.
Un ejemplo de ello es el Grito de Lares, ocurrido el 23 de septiembre de 1868 y que, según el relato de generaciones, fue una rebelión armada en Puerto Rico contra el régimen colonial español, organizada por líderes separatistas como Ramón Emeterio Betances y Alacán y Manuel Rojas Luzardo.
Sin embargo, la noción de que el alzamiento fue uno de toda la isla y que fue impulsado por los intereses de los jornaleros y esclavos que buscaban separarse del yugo imperialista español, está garrafalmente equivocada, según evidencia documental recopilada en años recientes.
El historiador Joseph Harrison Flores, director del Archivo Digital Nacional de Puerto Rico y autor de la investigación historiográfica “La identidad de Brazo de Oro”, explicó que esta noción se establece a partir del recuento de los hechos relatado por el militar y diplomático español, José Pérez Morris, en su libro de 1872 “Historia de la Insurrección de Lares”.
“La historia de Lares se ha escrito básicamente con el recuento de un solo libro: el de Pérez Morris. Pero es importante entender que él escribe el libro en el contexto de la Primera República Española, y Pérez Morris era incondicionalmente español y la República consideraba a todos los liberales como separatistas (independentistas). Por eso es que se lleva el mensaje de que todos estaban conspirando en Puerto Rico”, indicó mientras explicó que para su estudio acudió directamente a las fuentes primarias de información.
“El Grito de Lares aquí se ha trabajado específicamente como un movimiento independentista, y esta dinámica de que fue un movimiento de clases sociales trabajadoras empieza a tomar fuerza durante la década de 1960 con lo que se llamó La Mesa de Lares. Este grupo utilizó el centenario del Grito en 1968 como punta de lanza para avivar el movimiento independentista puertorriqueño”, añadió.

La Mesa de Lares
El historiador indicó que, a pesar de que el líder nacionalista Pedro Albizu Campos comenzó a vincular el Grito de Lares con su causa tan temprano como desde principios de la década de 1930, la represión estadounidense contra el nacionalismo en los subsiguientes 30 años apaciguó el fervor independentista por la histórica fecha, hasta que, en 1968, La Mesa de Lares utilizó la conmemoración del centenario del Grito de Lares para avivar la lucha por la independencia de Puerto Rico.
En un artículo de 1969 para el semanario Claridad, escrito por el abogado y líder socialista Juan Mari Bras, se arroja más luz sobre este grupo de intelectuales y el rol del Grito de Lares para el independentismo.
“Tras la violenta represión del Nacionalismo, el peregrinaje a Lares se menguó. Hubo ocasiones en que el 23 de septiembre, solo un puñado de abnegados nacionalistas y comunistas trepaban la cuesta del Anón hacia la iglesia … cumpliendo escrupulosamente todo el itinerario Albizuista de tiempos mejores”, indica Mari Bras en su artículo.
“En 1960, cuando alboreaba la nueva lucha de independencia en medio de una gran crisis del movimiento patriótico, la tribuna lareña del 23 de septiembre fue escenario de un ardoroso llamado a la unidad por parte de varios oradores. Ese llamado fecundó en la constitución, meses después, de la Mesa de Lares. Unión de los Independentistas Puertorriqueños que —bajo la presidencia de Carlos Carreras Benítez— se constituyó en la casa de nuestro compañero Alejandro Sella con participación de todos los partidos y agrupaciones de filiación independentista del momento”, añade.
Asimismo, el abogado y escritor Ricardo Alegría Pons, menciona el rol de este grupo en crear la visión moderna que tiene la centenaria conmemoración.
“Allá para la década de los años sesenta el independentismo organizó La Mesa de Lares. Este instrumento procuraba tomar consensos mínimos entre la diversidad de las organizaciones independentistas”, dice Alegría Pons en su artículo “Mesa de Lares”, publicado en 2018.

Un alzamiento de hacendados
A pesar de que el recuento histórico registrado por el gobierno insular señala un levantamiento independentista de jornaleros y esclavos sediciosos en toda la isla durante el Grito de Lares, lo cierto es que la revuelta se limitó a un cúmulo de poblados montañosos en el oeste de la isla, y fue liderada por hacendados inconformes con la clase comercial dominante.
“Históricamente se ha hablado de que era un movimiento a nivel isla, pero cuando tu miras las estadísticas de las personas implicadas, eran todos del oeste. Como lo veo en las investigaciones, y como lo he encontrado en los documentos, esto fue una lucha entre medianos hacendados y la clase dominante comercial, que era de españoles mallorquines, por el crédito y por el control de la importación y exportación”, dijo.
Harrison Flores explicó que, durante gran parte del siglo XIX, españoles provenientes de la isla de Mallorca eran la clase dominante comercial, y quienes, además, proveían crédito a estos hacendados criollos para sus operaciones a unas tasas de interés sumamente onerosas. También, eran los mallorquines quienes controlaban toda la exportación e importación, desde y hacia Puerto Rico.
“Donde primero fueron en el Grito de Lares, fue directamente a las casas comerciales de los comerciantes de origen mallorquín y al Ayuntamiento y quemaron los libros de contabilidad. Muchos de estos hacendados estaban endeudados. Manuel Rojas Luzardo —el comandante y hacendado venezolano exiliado en Puerto Rico tras la Guerra Federal de 1859 y mano derecha de Ramón Emeterio Betances— estaba completamente endeudado y gran parte del liderato del Grito de Lares también estaba endeudado con los mallorquines”, indicó el historiador.
Harrison Flores aseguró que, si se miran los datos y la evidencia histórica existente, más allá de pasiones ideológicas, el Grito de Lares se revela como un movimiento de personas muy valientes y decididas que, mal armados y organizados, intentaron un levantamiento contra las autoridades peninsulares en Puerto Rico.

Los Beauchamp Sterling
A pesar de que en el relato oficial del Grito de Lares apenas se menciona a la familia Beauchamp Sterling, su rol en la revuelta fue fundamental, no tan solo en su organización logística, sino en la confección de las banderas oficiales del movimiento, mientras que su casona familiar, en el barrio Bucarabones, de Mayagüez, servía como punto de encuentro de los rebeldes.
“A la casa de los Beauchamp la llamaban ‘El Congreso’ porque era el lugar donde tenían las reuniones para el Grito, al ser un lugar remoto. Se habla de Mayagüez, pero en realidad era lo que hoy conocemos como Las Marías, que en ese momento era el barrio Bucarabones, de Mayagüez. Allá no llegaba mucha gente, era básicamente un asunto bien privado en el sentido de que las autoridades no llegaban tan lejos”, explicó el historiador.
Los Beauchamp, descendientes franceses, llegaron a Puerto Rico a principios del siglo XIX desde el territorio de Lousiana, todavía colonia de Francia. Francisco Beauchamp llegó con su esposa Isabel Sterling, de origen británico-estadounidense, logrando adquirir una finca de 500 cuerdas de café y caña.

Su primogénito, Pedro, nacido en Mayagüez en 1808, siendo adulto, también compró otra finca con el apoyo de su padre y entre ambas producían 290 quintales de café tan temprano como para 1852. La esposa de Pedro tuvo cinco hijos y tres hijas: María, María Eduviges y Sinforosa.
La familia Beauchamp fue discriminada por los comerciantes mallorquines al ser criollos de descendencia francesa, en el contexto de la rivalidad entre España y Francia durante gran parte del siglo. Sin embargo, la familia floreció en suelo boricua y se posicionaron como líderes de la zona, con gran producción de café y caña, trabajada por esclavos de su propiedad.
“En el caso de María Eduviges Beauchamp, ella era básicamente, uña y carne con Betances. Yo creo que Betances sentía algún tipo de atracción por ella, porque cuando la describe la llena de halagos como ‘la bella’, ‘la sublime’, ‘la divina’”, señaló el historiador.
Por otro lado, según el relato histórico aceptado, Betances sugirió a Mariana Bracetti Cuevas, apodada “Brazo de Oro”, tejer la primera bandera de la futura “República de Puerto Rico”, la cual diseñó siguiendo las sugerencias del líder separatista.
Sin embargo, Harrison Flores asegura que la evidencia documental existente desarticula este relato y coloca a María Eduviges Beauchamp Sterling como la verdadera “Brazo de Oro”.
“Es una figura enigmática porque la información de ella se mantuvo sumamente secreta, pero la evidencia es categórica porque, en el informe que hizo José Laureano Sanz un año después del Grito, enviado al Ministro de Ultramar, a la única persona que él identifica como bordadora de banderas es a María Eduviges”, explicó el historiador.

Asimismo, encontró evidencia que muestra que durante la revuelta se utilizaron dos estilos de banderas.
“Yo vi todos los interrogatorios disponibles sobre el Grito y en estos solamente se habla de una bandera blanca y una roja. A lo largo de todos los documentos, casi 400 menciones de la bandera. El tema de la bandera a cuadros con una estrella surge del libro de Pérez Morris y luego don Ricardo Alegría, cuando saca su comunicado de prensa en 1952 y nuevamente cuando aparece en España en 2020”, dijo el historiador.
“En la historia del Grito hay cosas que surgen de la pasión que se interpuso a la investigación histórica, y cuando la pasión se va por encima de la investigación histórica no se hace un recuento fiel de los sucesos”, sentenció.