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A 30 años del genocidio de Srebrenica, las víctimas siguen siendo enterradas

Una familia se prepara para dar el último adiós a un hombre que tenía 31 años cuando fue asesinado en julio de 1995

10 de julio de 2025 - 11:58 AM

Imagen de 2005 de un funeral homenaje a las víctimas del genocidio de Srebrenica. (FEHIM DEMIR)

Zagreb - Treinta años después del genocidio perpetrado por fuerzas serbobosnias contra civiles bosnio-musulmanes, los ataúdes con los restos mortales encontrados siguen llegando al Centro memorial de Srebrenica, en una atmósfera turbada por el negacionismo del crimen y la glorificación de los responsables en regiones serbias.

Safet Gabeljic entierra este año así a su hermano Rifet, que tenía 31 años cuando fue asesinado en julio de 1995.

“No creo que ni Alfred Hitchcock hubiera podido representar todo ese horror que pasamos”, declaró Safet recientemente a la televisión N1, haciendo un esfuerzo para poder hablar.

Contó que él y su hermano lograron escapar de las ejecuciones en masa, pero que mientras huían por el bosque de los soldados serbobosnios que los perseguían, se separaron. Mientras él logró salvarse, su hermano desapareció.

Restos en vertederos

Hace dos meses, el cráneo y varios huesos más de su hermano fueron hallados en el basurero de una localidad en el este de Bosnia.

“Es lo que más me duele en el corazón, yo no tiraría a un vertedero ni a un animal”, contó Safet, con la voz temblorosa.

Al menos 8.372 civiles bosnios musulmanes que se habían refugiado en Srebrenica, entonces una zona protegida por la ONU, fueron asesinados en pocos días a partir del 11 de julio de 1995 tras irrumpir fuerzas serbobosnias en el enclave.

La Corte Internacional de Justicia (CIJ), el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) y el Tribunal de Bosnia-Herzegovina confirmaron que se trató de genocidio, planeado y perpetrado por los líderes políticos y militares de la entonces autoproclamada República Srpska de Bosnia.

Srebrenica fue solo la culminación de una campaña de limpieza étnica contra los musulmanes en toda Bosnia-Herzegovina.

El Centro memorial de Srebrenica recuerda con motivo del 30 aniversario que se trató de un conflicto clasificado como “internacional”, dada la participación directa de Serbia y del Ejército serbio-yugoslavo en apoyo a las fuerzas serbobosnias.

Mirzeta Karic contó que están aún por enterrar los restos mortales de su padre - un hueso -, el único que pudo encontrarse en tres décadas de búsqueda.

“Mi padre es el miembro número 50 de mi familia que voy a enterrar. Mi hermano tenía 22 años en el momento de su muerte, y un primo sólo 15”, cuenta Mirzeta.

En las próximas semanas se esperan 89 exhumaciones más y continúa la búsqueda de más de mil personas asesinadas en Srebrenica.

La dificultad de encontrar los restos mortales se debe a que las fuerzas serbobosnias ocultaron sistemáticamente las pruebas: los cadáveres fueron destrozados y trasladados a fosas comunes secundarias y terciarias.

Aumenta el negacionismo

Pero lo que aumenta el dolor de los familiares, según aseguran, es la sistemática negación del genocidio y la glorificación de los criminales de guerra en la República Srpska (RS) y en Serbia.

Según dijo esta semana Serge Brammertz, exfiscal jefe del TPIY, durante una visita a Sarajevo, “la negación del genocidio y la glorificación de los criminales de guerra es mayor hoy que hace diez años”.

Husnija Kamberovic, un renombrado profesor de Historia en la Universidad de Sarajevo, asegura a EFE que “el reconocimiento del crimen de genocidio es el requisito para una paz duradera”.

Pero en lugar de ello, advierte, en los últimos años han aumentado tanto el negacionismo como las tendencias separatistas en la RS, que están desintegrando Bosnia-Herzegovina y acercándose a Serbia.

“Hoy, Bosnia-Herzegovina es un país taladrado, las instituciones estatales son demasiado débiles, las élites políticas no quieren cooperar y el sistema está prácticamente paralizado”, alerta.

Lo atribuye también a la falta de voluntad de la comunidad internacional para presionar a los protagonistas de la crisis.

Limpieza étnica conseguida

El principal objetivo de las fuerzas serbobosnias durante la guerra de 1992-1995, según el TPIY, fue crear con violencia territorios serbios étnicamente homogéneos en zonas que reclamaban para su RS.

Al final de la guerra la República Srpska iba a abarcar la mitad del país y fue reconocida como una de las dos entidades en la que se divide actualmente Bosnia-Herzegovina.

Srebrenica, que hace 30 años era un lugar con mayoría bosnio-musulmana, forma hoy parte de ese ente serbio, su población es mayoritariamente serbia y hasta los nombres de algunas calles han sido cambiados.

Vesna Bernardic

Treinta años se cumplen este viernes del comienzo del genocidio de Srebrenica —la peor masacre en Europa desde la Segunda Guerra Mundial— y el negacionismo está muy extendido entre serbios y serbobosnios, alimentado por discursos políticos, libros escolares que minimizan lo sucedido y actos públicos de exaltación a los verdugos.

En julio de 1995, entre los días 11 y 22, miembros del Ejército serbobosnio comandados por Ratko Mladic ejecutaron de forma sistemática a más de 8,000 hombres y niños bosniomusulmanes.

El crimen ocurrió en Srebrenica, una pequeña ciudad situada en el este de Bosnia-Herzegovina, en una zona rodeada de colinas y bosques, que había sido declarada ‘zona segura’ por Naciones Unidas.

El episodio, calificado de “genocidio” por dos tribunales internacionales, tuvo lugar en los últimos meses de la guerra de Bosnia (1992-1995), que dejó unos 100,000 muertos.

Mladic fue condenado a cadena perpetua por un tribunal de la ONU en 2017 por crímenes de guerra, incluido el genocidio de Srebrenica.

Un negacionismo institucional

Según un informe de julio de 2024 del Centro Conmemorativo de Srebrenica, Serbia -gobernada por el nacionalpopulista Aleksandar Vucic- concentra hoy los actos y discursos negacionistas.

En el ente serbio de Bosnia, la llamada ‘República Srpska’, donde gobierna el líder separatista y prorruso Milorad Dodik, la negación ha disminuido algo tras la aprobación de una ley estatal que la penaliza, aunque el revisionismo sigue muy presente.

En Serbia, señala el informe, la narrativa negacionista se difunde sobre todo a través de medios afines al Gobierno, como ‘Informer’ y ‘Alo’, mientras que en la República Srpska predomina en medios públicos, como la cadena RTRS y la agencia Srna.

El informe también advierte que la mayoría de los libros escolares serbios y serbobosnios minimizan o directamente ignoran el genocidio de Srebrenica: los hechos suelen describirse como un “enfrentamiento bélico” y se omiten las sentencias de los tribunales internacionales.

En las escuelas el tema se elude de forma deliberada y Mladić es con frecuencia presentado como un héroe.

El analista serbio Dinko Gruhonjic asegura a EFE que negar el genocidio y glorificar a criminales de guerra es parte de un revisionismo político y cultural para minimizar los crímenes serbios durante los conflictos en la antigua Yugoslavia en los 1990.

“El reconocimiento del genocidio implicaría que las élites de Belgrado y Banja Luka (capital de la República Srpska) asuman su responsabilidad. En cambio, los criminales de guerra son exaltados y las víctimas humilladas negando su sufrimiento y los hechos históricos”, asegura Gruhonjic.

En ese sentido, recuerda que los murales con la imagen de Mladic en Belgrado, la glorificación de criminales de guerra como “luchadores por la libertad” y la negación sistemática en las escuelas no son hechos aislados, sino parte de un patrón fomentado.

“No olvidemos que gran parte de la élite política actual en Serbia —desde el presidente hasta altos funcionarios— de una u otra forma formó parte de ese sistema durante la época de la guerra. Algunos estaban en las instituciones, otros en medios de propaganda y otros en los frentes de batalla”, recuerda Gruhonjic.

De hecho, Vucic fue ministro de Información durante el régimen autoritario de Slobodan Milosevic, el líder nacionalista acusado de crímenes de guerra y genocidio, que murió en 2006 en su celda en La Haya, antes de que concluyera su juicio.

La enseñanza del odio

Dragan Popovic, autor del reciente libro ‘Perdiendo la humanidad – Srebrenica como hecho histórico’, advierte de que la negación del genocidio es una política estatal orientada a perpetuar la ideología nacionalista serbia que dio origen a aquellos crímenes.

“Este tipo de narrativa educa a las nuevas generaciones en la negación, la relativización y el odio. Los jóvenes crecen con mensajes que no solo niegan el genocidio, sino que presentan su reconocimiento como un ataque al pueblo serbio”, afirma Popovic.

El autor destaca la manipulación discursiva que presenta el reconocimiento del genocidio como un intento de etiquetar a todo el pueblo serbio como “genocida”, una estrategia que, según advierte, distorsiona el debate y alimenta el victimismo nacionalista.

La negación del genocidio también entra en el ámbito de la violencia simbólica y la provocación.

Recientemente, alguien intentó registrar en Google Maps un ‘Parque Ratko Mladić’ en Srebrenica, a pocos cientos de metros del Centro Memorial de Potocari.

La ubicación fue eliminada tras fuertes críticas, pero se convirtió en un ejemplo del tono cada vez más agresivo y abierto de los discursos negacionistas serbios, pese al creciente consenso internacional sobre lo ocurrido en Srebrenica.

En mayo de 2024, la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución que declara el 11 de julio como Día Internacional de Conmemoración del Genocidio en Srebrenica.

La resolución, con 84 votos a favor, 19 en contra y 68 abstenciones, insta a todos los Estados miembros a condenar la negación del genocidio y la glorificación de los criminales de guerra condenados.

Las autoridades serbias y serbobosnias rechazaron entonces la resolución, calificándola de “antiserbia”.

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