

18 de diciembre de 2025 - 10:02 AM

El papa León XIV firmó este jueves el decreto de “martirio” por el que serán beatificados los españoles Ignacio Aláez Vaquero y diez compañeros seminaristas y familiares asesinados “por odio a la fe” en Madrid entre 1936 y 1937, durante el periodo de la Guerra Civil española.
El pontífice lo aprobó después de recibir al prefecto del dicasterio para la Causa de los Santos, Marcello Semeraro, y al ser reconocidos mártires no han necesitado ningún milagro, al contrario que el resto de los procesos de beatificación, informó la Santa Sede.
Entre los once nuevos beatificados se encuentra Ignacio Aláez Vaquero, estudiante de filosofía nacido en Madrid el 1 de febrero de 1914 y seminarista del Seminario Conciliar de la capital.
El resto son diez compañeros “asesinados por odio a la fe” entre 1936 y 1937 en territorio madrileña.
De ellos, siete eran seminaristas de la entonces diócesis de Madrid-Alcalá, hoy provincia eclesiástica de Madrid, otro de la diócesis de Barbastro, y otro de la de diócesis de Toledo. Los dos restantes son un sacerdote y tío de uno de los seminaristas y un laico.
Los hechos sucedieron entre 1936 y 1937, durante la Guerra Civil española. El 18 de julio de 1936, mientras se celebraba un retiro en el Seminario Conciliar de Madrid, un grupo de milicianos armados asaltó el edificio, lo que obligó a seminaristas a huir vestidos de paisano.
A partir de entonces, la mayoría de ellos mueren entre septiembre y noviembre de 1936, “buscados expresamente debido a su condición cristiana, a excepción de Cástor Zarco, que fue asesinado un año después”, informó en un comunicado la Archidiócesis de Madrid.
El camino hacia la santidad comienza con la promulgación de las “virtudes heroicas”, lo que supone que a partir de ahora se les otorgará el título de “venerables” y se comenzará el proceso para continuar su beatificación.
Para que un venerable sea beatificado es necesario que se haya producido un milagro debido a su intercesión y para que sea canonizado (santo) es necesario generalmente un segundo milagro, aunque el pontífice puede obviar el procedimiento.
En el caso de que se reconozca “el martirio” no es necesario un milagro para ser declarados beatos.
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