El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sigue afirmando que ha puesto fin a ocho guerras este año, pero es exagerado. Su reunión de esta semana con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, pone de relieve que queda mucho trabajo por hacer antes de cualquier declaración de fin de la guerra en Gaza.

Mientras tanto, en las últimas semanas se han estallado nuevos combates entre Tailandia y Camboya, y entre las fuerzas congoleñas y los rebeldes apoyados por Ruanda. Y uno de los conflictos que Trump ha pretendido poner fin nunca ha sido una guerra.

Israel y Hamás

El actual alto el fuego y el acuerdo sobre los rehenes es un gran logro, pero Israel ha dicho que no pasará a la segunda fase de la tregua, más difícil, hasta que se liberen los restos del último rehén de Gaza. Y Hamás ha amenazado con detener el acuerdo porque dice que Israel no permite que entre suficiente ayuda en Gaza y continúa con sus mortíferos ataques contra los palestinos de la zona.

El camino hacia un final permanente de la guerra, por no hablar de una solución de dos Estados para los palestinos, es largo y complicado. Las cuestiones pendientes incluyen el desarme de Hamás, la creación y el despliegue de una fuerza de seguridad internacional, la determinación de la futura gobernanza de Gaza y una mayor retirada de las fuerzas israelíes del devastado territorio.

Con la reunión Trump-Netanyahu, Washington quiere crear un nuevo impulso para los próximos pasos en la tregua mediada por Estados Unidos que entró en vigor el 10 de octubre y se mantiene en gran medida.

Israel e Irán

Se atribuye a Trump el fin de la guerra de 12 días. En junio, Israel lanzó ataques contra el programa nuclear y la cúpula militar de Irán, diciendo que quería impedir que Teherán construyera un arma nuclear. Irán ha negado que lo intentara.

Trump negoció un alto el fuego después de ordenar a los aviones de guerra estadounidenses que atacaran las instalaciones nucleares iraníes de Fordo, Isfahan y Natanz.

Evelyn Farkas, directora ejecutiva del Instituto McCain de la Universidad Estatal de Arizona, ha dicho que Trump debería llevarse el mérito de poner fin a la guerra, añadiendo que “no tenía ningún final real a la vista antes de que el presidente Trump se involucrara y les diera un ultimátum.”

Lawrence Haas, experto en política exterior estadounidense del American Foreign Policy Council, coincidió en que Estados Unidos desempeñó un papel decisivo, pero calificó el alto el fuego de respiro temporal en la actual “guerra fría cotidiana”.

Egipto y Etiopía

Los esfuerzos de mediación, que no implican directamente a Estados Unidos, se han estancado en lo que se describe mejor como un aumento de las tensiones, no como una guerra.

La presa del Gran Renacimiento Etíope en el Nilo Azul ha provocado fricciones entre Etiopía y Egipto y Sudán desde que se anunció el proyecto hace más de una década. La presa se inauguró en septiembre.

Egipto y Sudán se oponen a la presa. La agricultura egipcia depende casi por completo del río. Sudán teme las inundaciones y quiere proteger sus propias presas.

Durante su primer mandato, Trump intentó negociar un acuerdo entre Etiopía y Egipto. No consiguió que los países se pusieran de acuerdo.

India y Pakistán

La matanza de turistas en abril en la Cachemira controlada por India puso a India y Pakistán más cerca de la guerra de lo que habían estado en años, pero se alcanzó un alto el fuego.

Trump ha afirmado que Estados Unidos medió en el alto el fuego, que según él se produjo en parte porque ofreció concesiones comerciales. Pakistán dio las gracias a Trump. India negó las afirmaciones de Trump, afirmando que no hubo ninguna conversación entre Estados Unidos e India sobre comercio en relación con el alto el fuego.

Haas y Farkas han dicho que creen que Estados Unidos merece cierto crédito por ayudar a detener los combates. “De nuevo, no estoy seguro de si se definiría eso como una guerra en toda regla”, añadió Farkas.

Serbia y Kosovo

La Casa Blanca menciona el conflicto entre Serbia y Kosovo como uno que Trump resolvió. Pero no ha habido ninguna amenaza de guerra entre los vecinos durante el segundo mandato de Trump ni ninguna contribución significativa suya este año para mejorar las relaciones.

Kosovo es una antigua provincia serbia que declaró su independencia en 2008. Las tensiones han persistido, pero nunca hasta el punto de llegar a la guerra, sobre todo porque las fuerzas de mantenimiento de la paz dirigidas por la OTAN se han desplegado en Kosovo, que ha sido reconocido por más de 100 países.

Durante su primer mandato, Trump negoció un amplio acuerdo entre los países, pero gran parte de lo acordado nunca se llevó a cabo.

Ruanda y Congo

Trump ha desempeñado un papel clave en los esfuerzos de paz entre los vecinos africanos, pero no es el único y el conflicto está lejos de terminar.

El este del Congo, rico en minerales, ha visto este año el regreso del grupo rebelde M23. Cuenta con el apoyo de Ruanda, que afirma que protege intereses territoriales y que algunos de los que participaron en el genocidio ruandés de 1994 colaboran con el ejército congoleño.

En junio, los ministros de Asuntos Exteriores congoleño y ruandés firmaron un acuerdo de paz en la Casa Blanca. Y a principios de diciembre, los presidentes de ambos países firmaron un acuerdo de paz ante la mirada de Trump. Pero el M23 ha dicho que no acatará un acuerdo que no le implique directamente. Días después de la última firma, los rebeldes tomaron otra ciudad del este del Congo antes de afirmar que se retiraban.

También existe otro acuerdo facilitado por Qatar entre el Congo y el M23, pero las partes se han acusado mutuamente de violar el alto el fuego.

Armenia y Azerbaiyán

En agosto, Trump recibió a los líderes de Armenia y Azerbaiyán en la Casa Blanca, donde firmaron un acuerdo destinado a poner fin a un conflicto de décadas. Los países firmaron acuerdos destinados a reabrir rutas de transporte clave y reafirmar su compromiso de firmar un tratado de paz. El texto del tratado fue rubricado por los ministros de Asuntos Exteriores, lo que indica una aprobación preliminar. Pero los líderes aún tienen que firmar el tratado y los parlamentos ratificarlo.

Armenia y Azerbaiyán han luchado por el territorio desde principios de la década de 1990, cuando las fuerzas de etnia armenia tomaron el control de la provincia de Karabaj, conocida internacionalmente como Nagorno-Karabaj, y los territorios cercanos. En 2020, el ejército de Azerbaiyán reconquistó amplias franjas de territorio. Rusia negoció una tregua, pero en septiembre de 2023, las fuerzas azerbaiyanas lanzaron un ataque relámpago para retomar las partes restantes.

Desde entonces, ambos países han trabajado para normalizar sus relaciones.

Camboya y Tailandia

Funcionarios de Tailandia y Camboya atribuyen a Trump el mérito de haber empujado a los vecinos asiáticos a acordar un alto el fuego en el breve conflicto fronterizo de este verano. Pero los combates han vuelto a recrudecerse en las últimas semanas.

Camboya y Tailandia se han enfrentado por su frontera común. El primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, presionó para lograr un alto el fuego incondicional, pero hubo pocos avances hasta que Trump intervino. Trump dijo que había advertido a los líderes tailandés y camboyano de que Estados Unidos no avanzaría con los acuerdos comerciales si continuaban las hostilidades.

Ken Lohatepanont, analista político y doctorando de la Universidad de Michigan, ha afirmado que la decisión de Trump de “condicionar una conclusión satisfactoria de estas conversaciones a un alto el fuego probablemente desempeñó un papel importante a la hora de garantizar que ambas partes acudieran a la mesa de negociaciones cuando lo hicieran.”

En octubre se llegó a un acuerdo más detallado, también bajo la presión de Trump. Pero a principios de diciembre estallaron intensos combates. El 27 de diciembre se firmó un nuevo acuerdo de alto el fuego.

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Esta historia fue traducida del inglés al español con una herramienta de inteligencia artificial y fue revisada por un editor antes de su publicación.