Entrevista
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prima:El antes y después de Laura Hernández: “Ya no soy manipulable”

Dos décadas después de su encarcelamiento en República Dominicana, la expresentadora puertorriqueña reflexiona sobre su transformación

3 de diciembre de 2025 - 11:10 PM

Nota del editor
Esta historia forma parte de la cuarta temporada de la serie "Las Caras del Crimen", que en esta ocasión está enfocada en eventos que estremecieron al mundo del espectáculo.

Han pasado más de veinte años desde que su nombre acaparó titulares. Hoy, Laura Hernández no mide cada palabra: las dice con la serenidad de quien dejó de luchar contra su pasado para construir desde él.

“Estoy en el mejor momento de mi vida”, afirma, con una sonrisa, como quien finalmente arribó a su destino.

“Estoy donde siempre quise llegar y me he convertido en la mujer que yo siempre quise ser. Yo misma me dediqué a moldearme. Y estoy en ese momento”, aseguró, al compartir que encontró su propósito en el campo de la salud holística, una faceta que ni ella misma imaginaba cuando su rostro aparecía en la televisión a finales de los noventa.

En septiembre de 2002, su vida cambió abruptamente. La comunicadora fue arrestada junto a su entonces esposo, Marcos Irizarry, en la República Dominicana, durante un operativo en el que las autoridades incautaron más de 70 kilos de cocaína en dos vehículos y una lancha.

Laura Hernández durante su entrevista con El Nuevo Día.
Laura Hernández durante su entrevista con El Nuevo Día. (Pablo Martínez Rodríguez)

Aunque siempre proclamó su inocencia, en 2003, fue sentenciada a siete años de prisión, pena que se redujo a tres tras un proceso de apelación. Fue liberada en 2005.

“Cuando yo regresé a Puerto Rico después del triste evento que tuve que vivir en República Dominicana, estaba muy enferma. A nivel físico y emocional. Esto me sacó de la desesperanza y la depresión”, relató al hablar de la práctica que transformó su vida: la hidroterapia de colon.

De acuerdo con Hernández, la disciplina fue una revelación. “Cuando entendí que el colon y el cerebro están conectados, empecé a entender mis emociones y de dónde venían. Es un mundo que se abrió ante mí, que me apasionó igual o más que el periodismo, que la televisión, que los medios”, admitió.

Desde hace quince años, Hernández dirige su clínica en Puerto Rico y, desde hace seis, una segunda sede en Florida.

“Fue un reto. Tuve que volver a estudiar, certificarme otra vez. Pero ha salido bien. De los cobardes no se ha escrito nada”, contó entre risas.

A los 52 años, su voz refleja la calma que no sintió a los 26 en medio de un sistema judicial que no comprendía. “Ya ha pasado otra media vida. Y esta Laura se ha transformado. Ahora sé que mi propósito está en servir, en educar, en aprender constantemente. (...) Tuve que pasar por muchas cosas para entenderlo”, confesó.

Un alma libre tras el encierro

Laura se define como un “alma libre”, algo que descubrió, irónicamente, en el encierro. “El ser humano no está hecho para estar encerrado. Está hecho para ser libre. Pero eso fue lo que tocó. De todas las cosas que imaginé en mi vida, esa jamás cruzó por mi cabeza”, confesó.

Era el fin de semana largo del Día del Trabajo cuando se dio ese viaje a la isla vecina. Poco antes, la tormenta tropical Dolly había provocado cancelaciones de vuelos, lo que retrasó su regreso a Puerto Rico.

En medio del apuro, recordó que compró por error dos zapatos de tamaños diferentes. “Todo indicaba que ese viaje no era buena idea”, comentó a este medio.

Ese 8 de septiembre de 2002, su intuición se volvió presagio. Fue arrestada en la provincia de Higüey junto a Irizarry y otros seis puertorriqueños.

Narró que, durante los nueve días que permaneció bajo custodia de la Dirección Nacional de Control de Drogas, comió pan y agua, fue interrogada sin la presencia de un fiscal y durmió sobre el suelo, rodeada de cucarachas.

“Pero tú puedes tomar decisiones una vez estás encarcelado. ¿Qué vas a hacer con tu mente? (...) En ese silencio en donde te apartan de todo lo que tú conoces, sales de tu zona de confort y tienes que aprender a sobrevivir en el entorno en donde estás. Esto específicamente no es mi culpa. Pero, ¿qué hay en mí que yo tengo que cambiar para que nunca más en mi vida yo vuelva a vivir una situación innecesaria? (...) Me dediqué a estar con Dios“, reflexionó.

“La transformación fue dolorosa. Me enfermé físicamente porque no comía. Estaba trabajando con la depresión. Llegué a pesar 85 libras (...) Yo llegué, en un momento dado, a sentirme como un despojo humano”, admitió.

Al mirar en retrospección, expresó que su vida no se define por lo que vivió, sino por lo que aprendió. “Yo no soy eso. Eso fue un evento. Claro, uno violento (...) Cuando miro hacia atrás, ojalá pudiera borrar todo lo que viví. Yo no quiero vivir con ese recuerdo. ¿Pero cuál es la opción? La opción es moverme“, sostuvo.

Sin embargo, antes de enfrentar el proceso que cambiaría su vida, reconoció que todo transcurría a gran velocidad. Recordó, de hecho, haber trabajado desde los 13 años.

“Me matriculé en un concurso de Miss Puerto Rico Infantil y después se lo comuniqué a mis padres, a los ocho años. A los 13 ya tenía mi primer trabajo. Siempre quería ser independiente”, relató con una sonrisa.

Poco después, se compró su primer carro. Luego, estudió su bachillerato y maestría en Economía, fue asistente de cátedra, dio clases a estudiantes de bachillerato y se formó como actriz.

El momento en que arrestaron y juzgaron a Laura Hernández: el caso en República Dominicana que impactó a Puerto Rico

El momento en que arrestaron y juzgaron a Laura Hernández: el caso en República Dominicana que impactó a Puerto Rico

De la noche a la mañana, se vio encerrada fuera de su país y sin poder defender su imagen. 23 años después, libre y empresaria, la conductora se reconstruye y se aferra a su verdad. Así lo dijo en “Las Caras del Crimen”.

Participó en el programa “A Fuego”, su primera experiencia oficial en pantalla, y posteriormente trabajó en noticiarios. A los 26 años, tenía su apartamento y una carrera en ascenso. “Estaba en el lugar que quería. ¿Dónde fue que yo di el giro equivocado para caer aquí? (...) Me tomó años entender porque a veces uno también se resiste a escuchar porque duele. Pero, en el momento que lo aceptas, te liberas", expresó.

El golpe no fue solo la cárcel, sino la mirada ajena. “No es lo mismo estar encarcelado que estarlo bajo el ojo público. No tienes espacio para resolver tu asunto en silencio. Fue muy fuerte. Fue desgarrador”, añadió.

Con el tiempo, entendió que ignoró señales y, según dijo, no supo establecer límites.

“Fui demasiado empática. Hay que aprender a decir no. A respetarte primero para que los demás te respeten (...) Yo guardé silencio por muchos años, pero cuando abrí la boca, no hubo quién me parara”, reconoció.

“La dignidad no se puede negociar”

Hoy, su vida se rige por una palabra: agradecimiento. “Me gusta estar en el campo de la salud. Me gusta ayudar a la gente. Siento que estoy devolviendo todo lo que he recibido. Hay que vivir agradecidos porque los problemas no se van. Pero hay que vivir sabiendo que hay un Dios, que la fe va por encima de todo, que no se puede rendir uno y que la dignidad no se puede negociar”, compartió.

En el proceso, expuso, descubrió el valor de no reaccionar ante todo, de elegir con sabiduría y decir “no” sin culpa. Habla con orgullo de su madre y de sus amistades que nunca se apartaron.

También aprendió a aceptar su propia naturaleza. “El matrimonio no es para mí. Creo en el amor, pero en libertad. Soy un alma libre, gitana. Y a mi mente no la controla nadie. Ya no soy manipulable”, confesó.

Hernández habla de sí misma en presente, pero en plena conciencia de su pasado.

“Puedo ser las dos cosas: una mujer transformada y un proyecto en proceso porque sigo evolucionando”, concluyó.

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