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“Traté de auxiliarlo”: el desgarrador testimonio de la viuda del biólogo Robert Viqueira Ríos

La maestra Moshayra Vicente Cruz declaró en la continuación de la vista preliminar contra Eduardo Meléndez Velázquez

12 de septiembre de 2025 - 5:19 PM

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Entre vítores y reclamos de justicia cientos se despidieron del defensor ambiental y fundador de Protectores de Cuencas, asesinado en Yauco.

Entre lágrimas y visiblemente afectada, Moshayra Vicente Cruz narró los últimos momentos de vida de su esposo, el biólogo marino Robert Viqueira Ríos, quien fue asesinado el 15 de julio frente a su residencia en la urbanización Estancias de Yidomar en Yauco.

Durante la vista preliminar ante la jueza Lizandra Avilés Mendoza, del Tribunal de Ponce, Vicente Cruz -quien llevaba 21 años de casada con Viqueira Ríos- señaló al imputado Eduardo Meléndez Velázquez como la persona que le arrebató la vida a su esposo.

A preguntas de la fiscal Natalia Pizarro Pérez, Vicente Cruz, de 43 años, relató que todo comenzó la mañana del 15 de julio cuando descubrieron una bocina en la residencia del imputado dirigida hacia su casa, desde donde se escuchaban incesantes cantos de coquíes.

“A eso de las 6:00 a.m., Robert ya se encontraba despierto y me levantó. Va al cuarto, yo estoy durmiendo todavía y él me levantó. Me pidió que lo acompañara al patio de nuestra residencia para que, por favor, saliera con él y escuchara el sonido de unos coquíes que llevábamos días atrás escuchando de manera intensa”, mencionó Vicente Cruz.

La mujer, que tiene tres hijos de 15, 16 y 20 años producto de su relación con el biólogo, añadió que el canto de los coquíes, que no los dejaba descansar, se escuchaba también durante las noches “de manera intensa”, desde aproximadamente las 6:30 p.m. en adelante.

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Añadió que, debido a lo “intenso” y “bien alto” del sonido, esto le llamó su atención. Por ello, esa mañana subió junto a Viqueira Ríos al techo de la residencia, donde descubrieron que el canto de los coquíes provenía de la casa del vecino, hoy imputado por el asesinato.

“Pudimos observar una caja gris con unos orificios que apuntaban hacia nuestra residencia, y de ahí se escuchaba el canto de los coquíes”, indicó, al señalar que procedieron a grabar la bocina para poder evidenciar lo que habían descubierto y tomar acciones.

Vicente Cruz añadió que Viqueira Ríos grabó, con su celular, no solo la bocina, sino también el cielo, para evidenciar que había salido el sol, que había llovido y que no había razones para que se escucharan los coquíes tan intensos.

Acto seguido, se dirigieron a casa de otros vecinos para enseñarles lo que habían descubierto. Precisó que, incluso, remitieron el video al abogado de Viqueira Ríos y que tenían planes de ir al otro día, el 16 de julio, a un cuartel de la Policía para presentar una querella.

“En horas de la noche, alrededor de las 7:20 p.m. (del 15 de julio) volvimos a escuchar el sonido de los coquíes de manera intensa. En ese momento, Robert se comunica con nuestro licenciado (abogado), que ya le había podido contestar sobre el video que le había enviado”, dijo.

“El abogado nos orientó. Nosotros nos encontrábamos en nuestra residencia, en el área del gazebo, en la parte de atrás, ya que estábamos cocinando desde horas de la tarde allí y comentamos sobre el descubrimiento que habíamos hecho en horas de la mañana y estábamos compartiendo con nuestros hijos”, mencionó.

Vicente Cruz narró cómo en un momento dado su hija mayor se retiró de la residencia porque iría a un evento de judo, el deporte que practica. Añadió, sin embargo, que se quedó comiendo con Viqueira Ríos y compartiendo con sus otros dos hijos.

Posteriormente, relató que sus dos hijos salieron un momento al parque frente a la residencia, pero entre las 9:00 y 9:10 p.m. ya habían regresado.

Indicó que, a las 10:40 p.m., notaron que los coquíes dejaron de escucharse y notó que era que la pareja del imputado había llegado a la vivienda, lo cual constató en las grabaciones de cámaras de seguridad.

“Estábamos angustiados y desesperados, buscándole una solución posible a esta nueva situación”, dijo.

Tiempo después, relató que su hija llegó a la residencia y, tras un intercambio de mensajes en el chat familiar, le pidió que se dirigiera al gazebo, donde estaban reunidos. Acto seguido, Viqueira Ríos la atendió porque la joven llegó “lastimada” de practicar judo.

Continuando con su relato, mencionó que su hija aceptó que su padre le calentara la comida, mientras ella aprovechaba para ducharse. Fue entonces cuando, de pronto “sonó de manera intensa el sonido de los coquíes y nuestra reacción fue levantarnos, increpar y gritar”.

“Y Robert específicamente gritó: ‘¡Hijo de p***, apaga esa mie***! Ca****, ¿qué te pasa? Te descubrimos esta mañana’”, recordó. “También reaccioné y grité: “Esto no se le hace a los vecinos, nosotros somos buenos vecinos, esto no se le hace a los vecinos”. En ese momento escuché la voz alta y clara de Eduardo Meléndez, quien nos gritó: “¡Sal pa’ fuera, sal pa’ al frente!”, indicó, con voz temblorosa.

En ese momento, mencionó que su reacción fue llamar a la pareja del imputado y le empezó a pedir ayuda.

“Ahí yo comencé a llamarla, a pedirle auxilio: “Ese hombre no sirve, llévatelo de aquí, sal, llévatelo, tú lo trajiste, tú te lo tienes que llevar, sabemos que tú eres víctima, protégete, protege a tu hijo, este hombre no sirve, es un parásito”, comentó la testigo.

Indicó que para ese momento Viqueira Ríos ya se había alejado y se encontraba frente a la residencia. Notó que le estaba gritando al imputado desde el patio, pero se preocupó al dejar de escuchar la voz de este último.

“Yo dejé de escuchar su voz (de Eduardo Meléndez) y me preocupé... Me dirigí hacia el frente de mi piscina para conectar con el pasillo del portón peatonal que comunica con mi gazebo. Desde allí, en la esquina, observé a Robert, quien en varias ocasiones se enojó, recogió unas piedras de nuestro jardín y las estaba lanzando hacia la residencia de Eduardo Meléndez”, dijo.

Añadió que se acercó a su esposo y lo sujetó por la espalda para que entrara a la residencia, al notar que la voz del imputado se escuchaba cada vez más cerca. Indicó que su intención era protegerlo y evitar que ocurriera algo malo debido a la “provocación”.

Indicó que Viqueira Ríos continuó increpando y lanzando piedras. “Las vi hacia la residencia y ahí cuando lanza (las dos piedras) yo me encuentro al lado de él... Ahí yo vi al señor Eduardo Meléndez entre las uvas de playa, que colindan entre nuestra residencia y la de ellos”, dijo.

“Lo vi moverse hasta el final de la hilera de las uvas de playa que tenemos sembradas y, de momento, ya lo tengo al lado mío y de mi esposo”, mencionó. “Veo un resplandor y ahí me percato que tiene un arma apuntándonos a mí y a Robert”, comentó.

Vicente Cruz dijo que no solo vio el arma de fuego, sino también “los chispetazos” y “fogonazos” que salieron de ella. Confirmó que Viqueira Ríos se defendió y también disparó, aunque dijo desconocer cuántas veces lo hizo. Agregó que el imputado, sin embargo, disparaba “hacia mí, hacia Robert y hacia nuestra casa también”.

“Corrí hacia dentro de mi residencia para protegerme mientras escuchaba unas detonaciones, una detrás de la otra. Mientras trataba de protegerme, sentía calor y chispetazos del cemento que brotaban y me caían encima por la espalda y por las piernas”, afirmó.

“Entré a mi residencia y, cuando al fin terminaron las detonaciones, me volteé a mirar el portón peatonal esperando ver a mi esposo de pie, detrás de mí, pero a quien vi fue a Eduardo Meléndez apuntando nuevamente y mi esposo en el suelo, justo a la entrada de nuestro portón, de lado”, detalló.

“Me acerqué a Robert, lo vi acostado, pero tenía el ojo izquierdo abierto. Se le veía el color verde intenso de sus ojos y le hablé: ‘Robert, ya se fue’. Lo moví a ver si reaccionaba, toqué su cuerpo para buscar su pistola, pero no la encontré. Sabía que estaba muerto, pero no lo quería creer. Traté de auxiliarlo”, indicó.

Durante la vista preliminar contra el imputado, la jueza examinó las imágenes de las cámaras de seguridad que grabaron la discusión y disparos.

El proceso continuará el 15 de septiembre.

Por estos hechos, Meléndez Velázquez, enfermero de profesión, enfrenta cinco cargos por tentativa de asesinato, asesinato, escalamiento y dos por violaciones a la Ley de Armas.

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