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El puñal político vuelve a pasearse entre la clase trabajadora del país. Hacernos creer que desaparecer la ley de despido injustificado impulsará la economía es la nueva consigna. Un país edificado y sostenido desde su origen en la injusticia del coloniaje. Siguen mintiéndonos y los seguimos eligiendo. La vitrina de democracia y progreso que se vociferaba en el siglo XX ha quedado desnuda, arruinada y paupérrima. Nuestras garantías laborales son cada vez más mediocres y mezquinas y lo asentimos con el voto, manteniendo en sus trabajos políticos a quienes con su voto nos arrojan a la mendicidad. Ya no somos un país de avanzada. Involucionamos porque lo elegimos.
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