Otra Nicaragua crece cada día en Costa Rica, miles que, como yo, cuando llegué aquí hace más de medio siglo, aprenden en este país la lección diaria de la libertad y la democracia, escribe Sergio Ramírez
Otra Nicaragua crece cada día en Costa Rica, miles que, como yo, cuando llegué aquí hace más de medio siglo, aprenden en este país la lección diaria de la libertad y la democracia, escribe Sergio Ramírez
Vine a vivir a Costa Rica el mismo día que me había casado, el 26 de julio de 1964, un viaje de bodas que se convirtió en una estancia de catorce años que fueron los de mi formación como escritor. Un ambiente ideal porque San José, la capital, era una ciudad pequeña y tranquila, pero con librerías bien dotadas, atendidas por libreros de verdad, en las que se celebraban tertulias literarias, y cuando conocí, en la que tenía lugar cada tarde en la Librería Lehmann de la avenida central, a José María Cañas, dueño de la hazaña de haber escrito la novela Infierno verde, que trataba de la guerra del Chaco entre Paraguay y Bolivia, sin haberse movido nunca de la redacción del periódico que dirigía.
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