

Siempre llevo a Puerto Rico cerca de mi corazón. Luego de trabajar allí, pude tener la experiencia que muchas de mis amistades boricuas de Nueva York me describían, pero que me era difícil de imaginar, a menos que lo viera con mis propios ojos – los sonidos, olores y sabores mágicos del paraíso tropical – el arte colorido y la renovación comunitaria de un pueblo digno. La historia de resistencia al capitalismo de desastre y la ola tóxica y creciente de desplazamiento colonial. Conocer a Puerto Rico y sus luchas es estar libre de las nociones prejuiciadas y estar espiritualmente comprometido con su destino.
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