El mecanismo de la historia es el siguiente: lo que queda impune en el pasado permite los crímenes del presente, escribe Eduardo Lalo
El mecanismo de la historia es el siguiente: lo que queda impune en el pasado permite los crímenes del presente, escribe Eduardo Lalo
Una vez leí que el primer asesinato consignado en nuestros tribunales ocurrió a comienzo del siglo 19. El autor que aportaba este cuestionable dato pretendía demostrar así la existencia de una arcadia social puertorriqueña, una época en la que las cosas andaban en su sitio y se disfrutaba de un sistema en el que las trasgresiones legales eran pocas y no desestabilizaban el conjunto de la sociedad. Esta visión, aún popular en ciertos sectores del país, ha venido a fundirse con una serie de lugares comunes que pretenden dar con lo genuinamente puertorriqueño. Desde tiempos casi inmemoriales se afirma que el puertorriqueño es pacífico, poco dado a exabruptos, dócil y generoso y estas cualidades han sido combinadas con las presuntas enterezas morales de los campesinos de antaño, de los que se dice que llevaban sus flaquencias y hambrunas con la frente en alto y la fe puesta en la vida eterna.
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