

Pocas cosas he visto que emocionen más a un universitario egresado de la Universidad de Puerto Rico, gallitos y jerezanas, que escuchar y entonar los acordes del “Cantemos Unidos un Himno al Alma Mater”. Cantamos con fuerza el himno de la vida, un cántico para alabar, celebrar a esa madre que alimenta, que nutre el intelecto, que anuncia la libertad que otorga el saber, que da el conocimiento. Esa que nos prepara para encarar todos los misterios de la vida. Deshace la venda de la ignorancia y nos permite discriminar y decidir.
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