

Los monumentos son casi siempre erigidos por el triunfalismo de los victoriosos; los derrotados solo merecerán el recuerdo si lo cultivan desde el resentimiento. Pero esta simetría es todavía más compleja. La Historia pocas veces es sentimental, más bien es oportunista y paradójica. Dice la leyenda que Napoleón, en ruta al cautiverio de Elba, usaba el uniforme de un oficial austriaco, de ese mismo ejército que lo había derrotado. Sentenciaba Curzio Malaparte que “la calamidad siempre ha usado el uniforme del victorioso”. Mussolini fue arrestado usando el uniforme de un soldado alemán. La Historia es cruel, irónica, cínica.
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