

Su soberanía está en peligro; ante el ataque avasallador del ejército ruso contra la antigua “república soviética”, esa violación de sus fronteras por un país que pretende la restauración del antiguo imperio soviético, peor, la resurrección de la Rusia zarista, el mundo se queda sin aliento ante la posibilidad de una guerra nuclear en Europa. Ya en 1962 pasamos por una ordalía similar aquí en las Antillas. El aventurismo fidelista nos situó de cara al exterminio nuclear. Todavía recuerdo, mirando desde una guagua, el silencio en San Juan aquel octubre de 1962, cuando Kennedy conminaba a Kruschev para que retirara los emplazamientos nucleares en la patria de Martí. De eso ya hace sesenta años.
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