

Después de la euforia que sentimos con los resultados electorales, nos asalta la resaca al reconocernos incapaces, nuevamente en desacuerdos y políticamente estacionarios. Antonio Gramsci señaló con gran precisión este interregno político, nuestro actual “estrecho dudoso”: “el viejo orden no acaba de morir y el nuevo orden no acaba de nacer”; esta es la definición, justo, de la incertidumbre y el desasosiego político que nos aqueja. Nuestro destino político titubea entre un pasado que no acaba de concluir y un porvenir incierto, que apenas comienza a vislumbrarse. Si Gramsci como marxista y revolucionario italiano nos parece truculento, catastrófico, repasemos la sabiduría aristocrática de su compatriota Giuseppe Lampedusa, autor de El gatopardo: “Todo tendrá que cambiar para que permanezca igual”. Se trata de la diferencia entre el optimismo revolucionario y el escepticismo de un aristócrata siciliano que escribió una única, inmortal y perfecta novela.
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