Me gusta el West Side Story de Spielberg
Nuestro reconocimiento como nacionalidad migratoria al Norte no fue mediante el West Side Story de Broadway, su puesta en escena original, de 1957, sino mediante el asesinato de tres jóvenes irlandeses, perpetrado por Salvador Agrón, alias “Drácula” (The Capeman en el musical de Paul Simon de 1998), y Luis Antonio Hernández, alias “El hombre del paraguas”. Fue a cuchilladas y de forma gratuita. Agrón, que nació en Mayagüez y emigró a los niuyores a comienzos de la década de los años cincuenta, inicialmente no se mostró arrepentido. Esos asesinatos ocurrieron en 1959. Con ese trasfondo se estrenó la primera versión cinematográfica de West Side Story en 1961, codirigida por Robert Wise y el coreógrafo Jerome Robbins.
Otras columnas de Edgardo Rodríguez Juliá
martes, 5 de julio de 2022
Picando alante
Picando alante logra esa ganadora conjunción de lo cómico con lo trágico y sus matices líricos, sentimentales, y hasta tiernos, que bien representan lo más agraciado de nuestra humanidad puertorriqueña, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
sábado, 11 de junio de 2022
El entierro de Cortijo y su juvenil cronista: cuarenta años después
‘El entierro de Cortijo’ es una exaltación de las semblanzas, gestos, voces, poses y presencias de la calle puertorriqueña y antillana; es un libro, sobre todo, de esas actitudes que nos definen. El cronista ha llegado para testimoniarlas, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
sábado, 14 de mayo de 2022
Perfume de gardenias
Esta película, una y otra vez, estuvo cerca de lograrse como obra maestra. Es un ‘casi’. Tal y como está es un risible, aunque nada cómico, homenaje a la banalidad puertorriqueña, escribe Edgardo Rodríguez Juliá
viernes, 15 de abril de 2022
Metáfora y memoria en tiempos de pérdidas
Para llegar a este tipo de conocimiento literario debemos despojarnos de los hábitos de las propias creencias, de querer cifrar estas en imágenes o ‘señas de identidad’; debemos abandonar así la certidumbre de las metáforas, escribe Edgardo Rodríguez Juliá