

Es fácil argumentar desde doctrinas religiosas, políticas y diversas posturas éticas lo útil de hacer pagar a los culpables. Es difícil hacerlo para hablar de la utilidad del perdón. Para los que se sienten agraviados, rencorosos, dolidos por el daño que les han hecho, es como un alivio –aunque sea aparente- refranes tales como: “Lo que aquí se hace, aquí se paga” y “Dios castiga sin vara y sin fuete”, o “tiene lo que se merece”. Frente a eso, qué difícil de tragar y repetir de corazón “perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
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