
Opinión
Explica ideas y extrae conclusiones basadas en la interpretación de hechos y datos.
Hay una reflexión que se hace urgente en estos días, que incomoda y no puede seguir postergándose. En los últimos tiempos, hemos visto cómo la delgada línea entre Iglesia y Estado —ese principio que por décadas sostuvo el equilibrio democrático— comienza a desdibujarse peligrosamente. Lo que en otro tiempo fue muro de respeto mutuo y de garantías para la pluralidad, hoy parece más una cuerda floja, tensada por intereses políticos y religiosos que buscan manipular la fe del pueblo con fines de poder.
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