

Había decidido tomar unas vacaciones sobre el tema de los tribunales, pero es que no puedo. Apenas miro las páginas de este diario siempre hay una noticia que me llama la atención y hace que me pregunte si la mayoría de los lectores sabrán exactamente de lo que se habla. Por ejemplo, se está celebrando un juicio y de momento el testigo de la fiscalía “se vira”, es decir, decide dejar de declarar como había convenido antes. Le sobreviene una amnesia muy audaz y a las preguntas del fiscal aparece el festival de los “no sé” y “no recuerdo”, hasta que, finalmente, acepta que, contrario a lo convenido previamente con el Departamento de Justicia, ha decidido no declarar. Así, como quien decide cambiarse el par de zapatos apretados que llevaba puestos por unos más anchos y cómodos, que utilizará sin duda para caminar hasta la prisión. Y esa renuencia del testigo a declarar en juicio es música para el oído de cualquier abogado de defensa porque sabe que ese era el testigo estrella en contra de su cliente y serán los fiscales quienes tendrán que caminar ahora con zapatos apretados y sobre arenas movedizas.
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