Pierluisi debe ser más comedido al hablar sobre cómo debe actuar esa agencia, que debe ser percibida como un ente independiente que toma sus decisiones al margen de los deseos – buenos o malos – de la Fortaleza, escribe Leo Aldridge
Pierluisi debe ser más comedido al hablar sobre cómo debe actuar esa agencia, que debe ser percibida como un ente independiente que toma sus decisiones al margen de los deseos – buenos o malos – de la Fortaleza, escribe Leo Aldridge
Tras un convulso cuatrienio en el que Donald Trump utilizó al Departamento de Justicia de Estados Unidos como su arma personal para beneficiar a allegados y asustar a opositores, el verano pasado la Casa Blanca de Joe Biden promulgó directrices que establecían cómo y cuándo los funcionarios allegados al presidente podrían comunicarse con los fiscales federales. Era, en alguna medida, un regreso a la normalidad: fronteras claras entre lo que es apropiado y lo que no lo es.
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