En la narcodictadura el país es un botín y el dictador la autoridad que lo reparte. En la narcodictadura, la corrupción se erige como su razón de ser, el motivador de la existencia, escribe Miguel Henrique Otero
En la narcodictadura el país es un botín y el dictador la autoridad que lo reparte. En la narcodictadura, la corrupción se erige como su razón de ser, el motivador de la existencia, escribe Miguel Henrique Otero
Antes de comenzar a leer esta columna, con solo detenerse en el título, cualquier lector podría reaccionar y decir: todas las dictaduras son iguales y terribles. Todas van en contra de las libertades de las personas. Todas destruyen la independencia de los poderes públicos. Todas se concentran en lograr el dominio de toda la sociedad. Todas operan para que la mayor cantidad de poder quede en manos de un sujeto, el dictador.
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