El comercio al detalle es muy diferente al resto de los sectores económicos. Por eso, conviene repasar ¿qué sabíamos del comercio al detalle antes del COVID-19? 

1. Que los comercios locales crean más empleo por dólar en venta que las multinacionales detallistas (Birch, 1987; Ghani et al., 2011). 

2. Que, contrario a las multinacionales manufactureras, las multinacionales detallistas desplazan capital local (Borraz et al., 2014; Morrissey & Udomkerdmongkol, 2012). 

3. Que, contrario a las multinacionales manufactureras, la entrada de multinacionales detallistas destruye empleos existentes (Neumark et al., 2008).

Se creía que el efecto de los precios más bajos que presumiblemente traen las multinacionales detallistas supera esos efectos de destrucción de capital y empleos. No obstante, la evidencia con la que se contaba era anecdótica o solo compara establecimientos independientes como los colmados con multinacionales detallistas.

Sin embargo, no se sabía si los comercios locales que se unen para aumentar su poder de compra podían llegar a ser igual de competitivos que una multinacional detallista la cual tiene unos requisitos de rentabilidad altos a nivel corporativo. Ese vacío lo trato de llenar con mi artículo: “Are Multinational Retailers Really Selling at Lower Prices Than Domestic Chains? Evidence from Three Sectors”, publicado en el “Margin-The Journal of Applied Economic Research” (editorial SAGE).

Los hallazgos centrales fueron: hay unos precios que están más altos y otros más bajos, pero en el balance final, la cadena de farmacias locales vende en promedio un 4% menos que las farmacias multinacionales, la cadena de ferreterías locales vende en promedio un 9% menos que la ferretería multinacional y no hay diferencia general que sea estadísticamente significativa entre los precios de la cadena de supermercados local y su contraparte multinacional. Una posible explicación es que, aunque a corto plazo algunas estas multinacionales detallistas pueden bajar los precios para desalentar a los competidores locales, en el mediano y largo plazo pueden aumentar sus precios. 

Durante la crisis económica muchas de estas multinacionales detallistas cerraron algunos establecimientos. Un mercado decadente en Puerto Rico combinada con la competencia del comercio por Internet redujo la rentabilidad de estas multinacionales detallistas. Sin embargo, los comercios locales han reabierto varios de estos establecimientos (ejemplos: supermercado de Torrimar y librerías en centros comerciales).

Durante el confinamiento muchos comercios locales enfrentan una competencia injusta donde las multinacionalesdetallistas aprovechan lagunas en las órdenes ejecutivas para vender todo tipo de productos. Otra parte del consumo local se desvió hacia los comercios electrónicos del exterior que no tienen empleados en Puerto Rico ni reinvierten sus ganancias localmente. Es decir, el comerciante local se expone a desaparecer dada la competencia desigual con otros comercios y la falta de liquidez ocasionada por un confinamiento mal planificado.

Si el gobierno no les provee liquidez a los comercios locales que no recibirán asistencia federal ni establece las mismas reglas en el confinamiento, es probable que haya una avalancha de quiebras locales y mayor concentración en el mercado. Esto puede desembocar en una disminución en el empleo (ver puntos 1 y 3 arriba) y en mayores precios al consumidor dada la reducción en la competencia.

Luego del confinamiento se debe enfatizar en crear más grupos de compras en otros subsectores del comercio al detalle como lo son las gomerías y las panaderías. También se debe considerar el otorgar protección temporal a los minoristas locales antes de atraer multinacionales detallistas como lo hacen en la ciudad de Nueva York y en países como Alemania y Corea del Sur. Estas jurisdicciones no protegen sus comercios por argumentos nacionalistas sino por razones económicas: el efecto multiplicador del consumo se maximiza cuando se compra a comerciantes locales que crean más empleos y reinvierten sus ganancias localmente.