

Creen que lo disimulan bien, pero todavía se les ve en el rostro la incomodidad que les provoca su figura. En el 2016 nadie imaginó que una candidata independiente, sin partido, sin un amplio presupuesto publicitario, sin experiencia en el servicio público y sin mayor evidencia de sus competencias que una probada elocuencia y capacidad de denuncia contra los partidos tradicionales y sus estilos, podría llegar a obtener 175,831 votos, quedando en tercer lugar en la contienda y convirtiéndose en una fuerza política en sí misma. En aquel entonces, su presencia en la palestra pública incomodó pero, como les tomó por sorpresa su alcance, los ataques a sus posturas se quedaron —salvo contadas excepciones— en eso, en ataques a sus posturas.
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