


A la política electiva se puede llegar de muchas maneras. Nunca se está inmerso en ella por casualidad. Hay motivos y motivaciones que llevan, arrastran o que seducen. La voluntad se suma al propósito, cuando se tiene claro este último. Pero muchas veces ser llevado o atraído por la política electiva tiene que ver mucho menos con la libertad de elegir, que por la fuerza de las circunstancias. Los funcionarios electivos, y aún quienes nunca resultan electos, suelen revisar sus motivos no solo a manera prospectiva, sino como con un tipo de revisionismo de su propia historia.

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