

Cuesta decirlo y más escribirlo, pero “El Covi” tiene una que otra bondadosa consecuencia. Si estuviera en vida mi madre sería feliz. Maestra de Economía Doméstica, no cesaba de aleccionar a sus estudiantes – y por supuesto a su único hijo – sobre la necesidad de lavarse las manos antes de sentarse a la mesa. ¡Mami, ahora me las lavo hasta después de tocar la perilla de una puerta! Nos burlábamos de las mascarillas de los asiáticos. Ahora nuestros diseñadores palian la crisis vendiendo mascarillas de estilo. Ah, pero a días de primaria en los dos partidos principales, apenas a tres meses de las elecciones generales, se hace noticia que veinte personas que están vinculadas a instituciones hospitalarias se reúnan en un restaurante para donar a la campaña de la gobernadora Wanda Vázquez.
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