

Hasta hace unas semanas la posibilidad de suspender, posponer o cancelar una elección en Puerto Rico no era motivo de preocupación para la mayoría de los que vivimos en este país. Sin embargo, el 9 de agosto vimos cómo a mitad de una elección en curso, el derecho de miles quedó suspendido. La papeleta electrónica. La imprenta. La pandemia. El cierre. La tormenta. Ninguna justifica lo que vivió el país durante las primarias. Minimizar lo sucedido, que nadie se responsabilice personalmente, y mantener el mismo ritmo y los mismos jugadores en el tablero, lo que nos garantiza es --lo que ya se nos anuncia suavemente, de poco a poco—”la misma” cosa en noviembre. Citar a García Márquez no nos va a librar de esa realidad, sin magia. Se necesita voluntad y acción. No somníferos ni golosinas para pasar el agravio.
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