En estos momentos históricos existe, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos, una guerra en contra de las mujeres. Guerra que busca sigilosamente eliminar cada uno de los derechos que nos permiten hoy ser consideradas más que objetos y de segunda clase. Derechos que nos permiten ejercer profesiones, aún con paga más baja, y tener voz pública, aún con que deseen silenciarnos. Como parte de la estrategia antiderechos, mujeres que se han beneficiado de las luchas feministas y de derechos civiles ocupan puestos de poder, pero usan ese puesto en contra de sus mismas pares. Son mujeres que, en vez de abrirle camino a las generaciones que vienen detrás, como tremendas lideresas hicieron para nosotras, lo que hacen es tronchar caminos. Y, aunque esas mujeres no nos representan, esta sí nos representa.