A los jueces/juezas que no traen su propia cantimplora repleta, el Poder Judicial los manda a cruzar el desierto sin proveerles una, escribe Hiram Sánchez Martínez
A los jueces/juezas que no traen su propia cantimplora repleta, el Poder Judicial los manda a cruzar el desierto sin proveerles una, escribe Hiram Sánchez Martínez
La mujer debió haber llegado allí con el mismo susto con que llega la mayoría de la gente ante un juez y quizás con una ansiedad comparable a la que tendría un acusado, sin ella serlo. Y es que los tribunales son, querámoslo o no, espacios muy intimidantes. Alguna vez aprendimos que el señor o la señora del atuendo negro, la toga, tiene mucho poder sobre nosotros, siendo el más atemorizante el poder de privarle de su libertad a otro ser humano. Aunque la cosa no sea con nosotros, aunque no hayamos hecho nada malo, aunque estemos allí como simples testigos o víctimas de un delito.
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