

La Universidad de Puerto Rico tiene una oportunidad de oro en sus manos: enfrentar sus retos actuales, reorganizarse y demostrar la capacidad intelectual en el manejo de su propia institución. Porque soy hijo de una profesora de la UPR en Río Piedras, y fue en los pasillos de Sociales que crecí, me atrevo a ofrecer estas ideas y preguntas desde un lugar de respeto y profundo amor por la Universidad. Pero no soy ingenuo; soy consciente que en más de 50 años no he conocido a nadie que quiera abrir esta conversación sobre un futuro digno y estable en la UPR que en el proceso no sea atacado por los demagogos, criticado y hasta agredido por algunos.
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