

En mi trabajo pastoral como cura me he encontrado muchas veces con ancianos que se quejan de la deficiente atención por parte de muchos médicos que los atienden. La queja repetitiva es que no les explican las cosas, que sencillamente les dan recetas y los despiden sin dar explicaciones claras sobre la enfermedad que tienen. No tengo dudas de los muchos y buenos médicos que hay en nuestro país; de la misma manera que admiro a los valientes médicos y demás personal de la salud que se juegan la vida durante esta pandemia y que lo hacen por el bienestar de los demás. Pero eso no quiere decir que las quejas de nuestros viejos carezcan de fundamento.
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