Los intereses económicos de los gobernantes se impusieron al imperativo cívico salubrista y la peste mató a 50,000 personas de una población de 80,000 en Marsella, escribe Jaime Lluch
Los intereses económicos de los gobernantes se impusieron al imperativo cívico salubrista y la peste mató a 50,000 personas de una población de 80,000 en Marsella, escribe Jaime Lluch
Ya van dos meses de encierro: podemos decir que aquí se ha sometido a la población a uno de los encierros más prolongados y estrictos de cualquier democracia liberal. Sin embargo, sabemos más de lo que pasa en algún rincón del universo a millones de años luz que del comportamiento del virus aquí. En el aeropuerto no hay cuarentena obligatoria de 14 días para toda persona que entre, como la hay en países de la Unión Europea. No hay ningún sistema de rastreo de contactos para los que han tenido el virus, ni se le ha dado rastreo a los “recuperados” a ver si han desarrollado anticuerpos. No hay datos sobre cuántos se han “curado” y las pruebas son un misterio. Se está procediendo a reabrir la economía, pero guiado por un gobierno que toma sus decisiones consultando a las estrellas y parece escuchar únicamente al gran capital y a sus “economistas” afines, y no a la mejor ciencia disponible. Mientras tanto, Estados Unidos va de camino a romper todos los records de contagiados y muchas personas van a sufrir innecesariamente debido al federalismo anti-salubrista de Trump, y eso nos afecta directamente.
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