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Tiene que haber tenido enorme autoestima el prócer Antonio R. Barceló cuando el 31 de mayo de 1937 en la histórica asamblea de “Naranjales” promovió la expulsión, ni más ni menos, que del hijo heredero del manto autonomista de Luis Muñoz Rivera. Aquella expulsión política culminó en la creación del Partido Popular y el ascenso al poder de Luis Muñoz Marín en 1941, sentenciando la eventual desaparición del otrora poderoso Partido Liberal.
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