

A fines del siglo XIX y principios del XX, Puerto Rico fue testigo de políticos que en su mayoría eran hombres letrados y educados en la mejores universidades del mundo. Eran la élite de la sociedad, algunos considerados próceres. Fueron los primeros ejemplos que la sociedad puertorriqueña tuvo sobre políticos. El trabajo de aquellos ilustres fue trascendental para nuestra historia, incluso en honor a estos y para ejemplo de la sociedad, muchos de los residenciales y escuelas públicas llevan sus nombres. Cien años más tarde, en los círculos académicos de la isla todavía se estudian sus debates, se redactan tesis doctorales sobre estos y se habla de la capacidad de oratoria que los distinguía, entre los más célebres José De Diego.
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