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El desastre que ha sido la pandemia ha causado un problema en la apreciación de la ciencia médica. No sorprende que la gente responda con celeridad a cualquier posibilidad de prevención o cura, máxime cuando no existe ni vacuna ni medicina comprobada que haga ninguna de las dos cosas al COVID-19. Normalmente, los expertos médicos y epidemiólogos son los que manejan la situación en una pandemia. Esta, que aún prevalece, ha caído en manos del presidente de los Estados Unidos, quien se dio a la tarea de promulgar un remedio, hidroxicloroquina (HCQ) para el que no existía la más mínima evidencia médica que tuviese efectos contra el virus ni en el humano ni en otros animales. Sin embargo, porque sí había evidencia de que, en cultivos de células, parecía evitar que el virus entrara a ellas, se hicieron estudios en pacientes.
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