Los criminales también cantan boleros y celebran San Valentín. Por el título que le pusieron al operativo, “Flechazo al Crimen”, y por el día tan especial que escogieron para realizar arrestos pensé que, además de drogas y armas, la Policía de Puerto Rico incautaría globos en forma de corazón, peluches, arreglos florales, botellas de champán y vino, cajas de chocolates, parafernalia amatoria, y hasta bolsitas con viagra obtenida en el bajo mundo. Incluso, me imaginé a los agentes de la policía siguiendo el camino de pétalos que iban de la cocina al cuarto, o tratando de diferenciar el olor de la pólvora del perfume pre-amatorio (y que es tan similar), o alumbrando con sus linternas las copas de champán aún burbujeante y con huellas de pintalabios en el cristal, o espantando las moscas del plato en las mesas -con el churrasco a medio comer por culpa de un repentino trasiego de caricias- o sacando del camino algún globo perdido -ya sin aire y que tal vez decía “Eres mía para siempre”- o sorteando con sus botas las envolturas de chocolates Rocher y la ropa interior regada por el suelo, como ocurre en esa novela de Annie Ernaux.