El patriota Oscar López Rivera regresa a su patria, a la nación puertorriqueña.

Regresa victorioso e íntegro en sus ideales por el apoyo y la lucha que dio el pueblo puertorriqueño, a través de sus voces más preclaras, porque se le hiciera justicia.

Su lucha para que se le garantice al pueblo puertorriqueño ejercer el derecho a su autodeterminación e independencia, no ha concluido. Él ha sufrido bastante por ello y lo ha dado casi todo; pero él mismo ha dicho que queda mucho por hacer para descolonizar el país.

Su ejemplo de entrega, de valor, de resistencia y lucha, son alicientes para seguir al lado de nuestro pueblo en lucha, hasta liberar la prisionera mayor que es la patria.

Se ha dicho que no hay mayor amor que aquel que tiene quien da la vida por sus amigos. Ese apotegma cristiano lo encarna Oscar y nadie puede usurpar, ni regatear su ejemplo de entrega total en defensa de sus ideales.

A todo el pueblo, de amplios y diversos sectores, que nos acompañó en esta lucha aun sin compartir nuestros ideales, pero mostrando respeto total por quienes los afirman, nuestro agradecimiento eterno.

A nuestra patria, aun sumida en un mar de dolores y pérdida de derechos, le expresamos un compromiso similar al que hizo Don Pedro: Nunca bajar la guardia ni descansar en la búsqueda de justicia y libertad para nuestro pueblo. Ese es el legado más profundo que nos obsequia la vida y entrega de Oscar López.