Cuando recibí la llamada en octubre del 2019, me incliné a aceptar de inmediato. Era una oportunidad de brillar. El ego en acción gritaba sí... Al ego, siempre presente, hay que saludarlo, reconocerlo y mantenerlo a raya tanto como sea posible. Fue inmediatamente evidente también que esta era una llamada al servicio. Contenido el ego, pensé en el impacto posible a tantas personas mediante la búsqueda de la justicia, en la esperanza de promover y contribuir a un mejor Puerto Rico, en el trabajo por hacer para abrir el camino a oportunidades para las nuevas generaciones... Lo que había venido haciendo a pequeña escala, se podría magnificar. Y otras mujeres, como yo, a las que les dijeron que no, que no se podía, verían que sí, que sí era posible.
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