

A riesgo de que digan que ando atrasado en comentar algunas cosas, comentaré una que salió el otro día a debate público: la decisión del director de la Oficina de Ética Gubernamental de engavetar su investigación con respecto a posibles infracciones éticas de varios funcionarios —y no funcionarios, como Elías Sánchez— por sus participaciones, presumiblemente en horas de trabajo y en instalaciones gubernamentales, en aquel ominoso chat que creó y administraba el exgobernador Ricardo Rosselló, y que le costó su salida a empellones de La Fortaleza.
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