Entré por primera vez a Río Piedras de la mano de un gran amigo cuando aún no podía matricularme oficialmente. Allí tomé clases como oyente de Filosofía, Humanidades y Ciencias Sociales. Conocí maravillosos profesores y profesoras, muchos de ellos ya retirados, que me recibieron con los brazos abiertos el día que les pregunté si podría asistir a sus clases. Hoy día resalto lo importante que fueron en mi formación académica y personal. Tan pronto logré matricularme como alumna regular y comencé a tomar clases formalmente, en esas aulas pude expandir no sólo mis conocimientos sino también mi acercamiento y apreciación de la cotidianidad y realidad social. A la Universidad de Puerto Rico le debo mi formación como politóloga y abogada, pero más allá de los títulos académicos le debo el poder pensar, como diría Hannah Arendt, sin barandillas.
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