

Como entomólogo de salud pública, sigo fascinado y frustrado por la forma en que la comunidad mundial de salud sigue abordando las enfermedades transmitidas por vectores, particularmente la malaria y el dengue. A pesar de más de un siglo de pruebas irrefutables, que demuestran que estas enfermedades pueden ser derrotadas mediante el control de los vectores que las transmiten, seguimos tratándolas como si no fueran diferentes de la gripe o el sarampión. Diagnosticamos, medicamos, contabilizamos los casos y repetimos. Este ciclo podría servirnos bien para las enfermedades que se transmiten directamente de persona a persona. Sin embargo, para las enfermedades transmitidas por vectores es una receta para el fracaso.
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