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Conoce las 5 etapas del COVID-19

Una neumóloga explica cómo se manifiesta la enfermedad en los pacientes

12 de septiembre de 2021 - 12:00 AM

Nota de archivo
Esta historia fue publicada hace más de 3 años.
La gran mayoría de los pacientes que entran al ventilador fallecen, o la familia tiene que tomar la decisión de desconectarlos, cuando ya la sospecha clínica confirma que, lamentablemente, el proceso de deterioro es irreversible. (Shutterstock)

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Un artículo de opinión recientemente publicado en Los Angeles Times sobre “las etapas del COVID-19” relataba, paso a paso, el proceso que se desata cuando un paciente llega en un estado crítico que se atiende en un hospital.

La autora de este escrito, Karen Gallardo, es una terapeuta respiratoria que revivía, mediante una descripción muy detallada, todos los procesos que se habían repetido constantemente desde el inicio de la pandemia. Rememoraba todo un diálogo imaginario con un paciente crítico al tiempo que se enfrentaba a la etapa crítica de la condición.

La neumóloga Lisandra Pérez Colón revisó el artículo de Gallardo y así, en una conversación franca, aclaró las nociones sobre cómo se manifiesta la infección por el SARS-CoV-2 que, desde finales de 2019, se ha convertido en un asunto prolongado con un final aún incierto.

El COVID-19, en cinco etapas

“Pues, mira, el escrito es una narración de lo que le ocurre a la terapeuta en ese proceso tan difícil, pero la autora está contando su vivencia, así que estas etapas que ella menciona no corresponden, necesariamente, a la realidad clínica de esta condición”, aclaró, desde el saque. “El COVID-19 se clasifica de la siguiente manera: presintomático (o asintomático), leve, moderado, severo y crítico”, enfatizó.

La primera etapa asintomática, en la que la persona que ha adquirido el virus no manifiesta ninguna señal particular, pasa casi sin que la persona se dé cuenta de que pudiera haber estado en contacto con el virus, y conviviría con otras personas, sin saber que es un portador. Es propio señalar, como se ha explicado antes, que las posibilidades de contraer el COVID-19 existen para todas las personas, sin considerar su estatus de vacunado o no vacunado.

“Claro está, la vacuna es una cubierta adicional, que no le librará de contagiarse, si se expone al virus, pero sí le ayudará a que los síntomas, en la mayoría de los casos, se mantengan en la segunda etapa cuando, por los síntomas, todavía se considera leve, o la tercera etapa, que es la condición moderada, en la que los síntomas aumentan, pero todavía son manejables”, explicó Pérez Colón.

Según las preguntas frecuentes sobre los síntomas de la infección, la Organización Mundial de la Salud (OMS) establece que los síntomas asociados con la etapas leve o moderada incluyen: fiebre, cansancio o malestar general y tos seca. De hecho, también aclara la OMS que “entre las personas que desarrollan síntomas, la mayoría (alrededor del 80%) se recuperan de la enfermedad, sin necesidad de recibir tratamiento hospitalario”.

Por último, la OMS señala que “la mayoría de las personas que contraen el COVID-19 presentan síntomas leves o moderados y pueden recuperarse con medidas de apoyo”. Sin embargo, Pérez Colón admitió que, en este momento, a nivel mundial, este no es el caso. La terapeuta que contó su historia presenta una realidad que, responsablemente, tengo que decir que es más o menos lo mismo que podría suceder en los hospitales de aquí, si esto [refiriéndose al alza en los contagios] no se controla”, apuntó, convencida.

En su escrito, Gallardo narraba la sensación de impotencia que siempre le invade a una persona cuando ve a un paciente en medio de la ansiedad respiratoria (respiratory distress). Esa ansiedad se parece a la sensación de falta de aire que tenemos al subir escaleras o correr a cierta velocidad cuando no estamos en buena forma física. Es en ese momento cuando el paciente enfrenta la enfermedad en su etapa severa. Sobre esta etapa, según la OMS, “alrededor del 15% [de las personas contagiadas] desarrollan una enfermedad [severa] y requieren oxígeno y el 5% llegan a un estado crítico y precisan cuidados intensivos”.

En esta etapa severa, indicó la neumóloga, los pacientes “tienen una dificultad respiratoria que está asociada a la disminución de la cantidad de oxígeno en la sangre. Según se documente que esa ansiedad respiratoria es cada vez mayor, muy probablemente ese paciente necesitará una máquina que le ayude a respirar”. De inmediato, aclaró: “Aún no estamos hablando de un ventilador como tal, sino un método no invasivo que le ayude al paciente a calmar el desespero de esa sensación de ahogo que no se mejora”.

Cuando estos procesos no proveen el alivio necesario es que entonces, por primera vez, Pérez Colón mencionó la temida palabra: intubación. “Esa es la etapa severa del COVID-19 y, en mi experiencia personal, es la más difícil. Nada más piensa que ese paciente todavía puede hablar y, te dice, antes de intubarlo ‘No me dejes morir…’ Eso te llega a la fibra más profunda de tu corazón”.

El retorno, o el final

El tono de la doctora cambió al explicar qué sucede después de ese momento dramático. “Los pacientes, agraciadamente la mayoría de ellos, pueden combatir la enfermedad, y salir del ventilador”. Sin embargo, hay un doblez: “Para los que salen, hay una serie de tratamientos alternos que se pueden utilizar para que esa oxigenación mejore. Pero, no todos los hospitales tienen acceso a esos tratamientos”, admitió. Igual tuvo que hacerlo Karen Gallardo en su historia: después de intubar a uno de tantos pacientes, sabía que no tendrían la alternativa de la oxigenación extracorporal (ECMO), tecnología que permite infusión de oxígeno a través de la piel.

“Así es que la gran mayoría de los [pacientes] que entran al ventilador fallecen, o la familia tiene que tomar la decisión [de desconectarlos], cuando ya la sospecha clínica confirma que, lamentablemente, el proceso de deterioro ya es irreversible”, confirmó. “Ahí se acaba todo el sufrimiento”.

La neumóloga Pérez Colón reflexionó sobre las personas que sí logran rebasar el proceso del ventilador y ganarle al virus. “Antes de la vacunación, yo te diría que era un asunto bien al azar y dependía de muchos factores: dependía de la respuesta inmune, de condiciones pulmonares preexistentes —fumador, asmático, enfisema, enfermedad pulmonar obstructiva crónica (COPD, en inglés)— y condiciones renales o cardiovasculares”, repasó, mientras sonreía. “La vacuna nos ha ayudado a que esa fase crítica pueda revertir. Las estadísticas demuestran que, en la etapa crítica, los pacientes vacunados sobreviven más que los que no han sido vacunados”.

La protección y la esperanza

No hay duda de que, por la experiencia vivida en carne propia por más de un año y medio, la doctora Pérez Colón sea una fiel defensora de la vacunación.

“Es un armamento poderoso, útil y acertado para combatir esta enfermedad”, afirmó sin titubeos. Es posible, dijo la neumóloga, que tengamos que aprender a convivir con este virus y sus variantes, que continuarán mutando por una razón muy sencilla: sobrevivir. “Los virus cambian o mutan para alargar su vida. Por lo tanto, la vacuna trata que la enfermedad sea menos severa, se reduzcan las hospitalizaciones y también las muertes”, indicó.

No obstante, la neumóloga opinó que el proceso de desarrollar algún medicamento se realizará en un futuro no muy lejano. “Los coronavirus existen desde siempre, son los responsables del catarro común y otras condiciones respiratorias. Así que las investigaciones continuarán y, es probable que se convierta en una infección de temporada” (como la influenza y la pulmonía, con picos más altos en los meses fríos y reducción de casos en tiempos de calor). Añadió, además, que es muy probable que pronto tengamos noticias sobre la vacuna para los menores de doce años, que ahora son el grupo demográfico más vulnerable.

“Eso sí, tengo que decir que la vacuna actual sí funciona, pero no sé si será efectiva para las futuras variantes, que las habrá —porque el virus siempre buscará cómo sobrevivir”, destacó.

La mayor esperanza de la doctora Pérez Colón es la responsabilidad de los seres humanos, consigo mismos y con los demás.

“El COVID-19 es una enfermedad infecciosa; se propaga de persona a persona. El asunto más importante ahora es lo que yo puedo hacer para protegerme y también cuidar a los demás —actuar con conciencia”, afirmó, esperanzada.

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Este contenido fue redactado y/o producido por el equipo de Suplementos de GFR Media.

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