

Los fibromas o miomas uterinos son los tumores sólidos benignos más frecuentes de la pelvis femenina, ocurren en hasta un 70 % de las mujeres. La mayor incidencia se produce en la quinta década de la vida, provocando síntomas en el 70 % de los pacientes. Son la causa directa del 30 % de las histerectomías (extirpación del útero).
Varios factores pueden afectar el riesgo de una mujer de tener fibromas uterinos: edad (las mujeres mayores tienen mayor riesgo que las que son más jóvenes), raza afroamericana, obesidad, antecedentes familiares de fibromas uterinos, hipertensión arterial, sin antecedentes de embarazo, deficiencia de vitamina D, consumo de alimentos con preservativos y uso de leche de soya y productos o suplementos de soya.
Alrededor de un 50 a un 70 % de los pacientes presentan síntomas. Los síntomas pueden verse influenciados por la ubicación, el tamaño y número de fibromas. Los signos y síntomas más comunes de los fibromas uterinos incluyen:
En raras ocasiones, un fibroma puede causar dolor agudo cuando su crecimiento rápido supera su suministro de sangre y comienza a morir el tejido que los forma (infartar).
Los fibromas se clasifican generalmente por su ubicación. Los fibromas intramurales crecen dentro la pared muscular uterina. Los fibromas submucosos penetran dentro de la cavidad uterina. Los fibromas subserosos se proyectan hacia la capa externa del útero.
El diagnóstico es sumamente sencillo. El ginecólogo, mediante un examen manual pélvico, palpa el tamaño y la consistencia del útero, y así puede sospechar la presencia de fibromas. Una vez se sospecha la condición se realiza una sonografía ya sea pélvica o endovaginal para confirmar la presencia de fibromas, su tamaño y ubicación. De esta manera, y tomando en cuenta los síntomas e historial clínico de la paciente se determina qué tipo de tratamiento es recomendable, de ser necesario. En la mayoría de los casos, pueden ser mantenidos en observación.
De ser necesario algún tratamiento, se debe de tomar en consideración múltiples factores tales como la edad, las condiciones médicas, la ubicación, el deseo de preservar fertilidad futura, el tamaño y la cantidad de fibromas.
Entre los tratamientos disponibles se encuentran:
Si sospechas que puedes tener fibromas, consulta con tu ginecólogo lo antes posible. En la mayoría de los casos no es necesario ningún tratamiento. De ser necesario, el médico tomará en cuenta múltiples factores para determinar cuál sería el tratamiento adecuado para su caso en particular.
El autor es ginecólogo obstetra, miembro de los Latin Doctors y colaborador de MCS.
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