23 de agosto de 2025 - 12:32 PM
Los Vaqueros de Bayamón conquistaron el campeonato 2025 del Baloncesto Superior Nacional (BSN), gracias a sus espectaculares refuerzos, Danilo Gallinari, JaVale McGee y Chris Duarte.
Los Indios de Mayagüez, por su parte, adelantaron de ronda de postemporada por primera vez desde 2012 impulsados por sus tres jugadores invitados.
Cumpliéndose una temporada de aciertos para algunos equipos y desaciertos para otros quintetos con la medida de un tercer importado para cada franquicia, el líder de la Asociación de Jugadores de Baloncesto continúa firme en su rechazo al refuerzo adicional.
Antes de comenzar el torneo, el gremio de baloncelistas llegó a un acuerdo con la junta de apoderados de darle el visto bueno a la medida del tercer refuerzo, siempre y cuando fuera evaluada rumbo a la competencia 2026, ante amenazas de huelga por un sector de jugadores.
La primera reunión de la junta en la temporada muerta del BSN será el mes entrante.
“La postura sigue siendo la misma de estar en contra del tercer refuerzo”, dijo Ricardo Carrillo, presidente de la Asociación, a El Nuevo Día.
“La negociación que hubo la vez anterior para este año es que íbamos a revisar nuevamente esa medida ahora en el próximo ciclo. Vamos a ver cuál es la postura de los apoderados, vamos a ver cuál es la postura de los jugadores y tomaremos una decisión al respecto”, agregó el abogado de profesión.
Al momento, Carrillo no ha conversado con la matrícula de jugadores para conocer el sentir de ellos, tras esta temporada con tres importados.
En julio, El Nuevo Día realizó un sondeo informal con canasteros nativos durante las semifinales de conferencia y las opiniones fueron divididas.
La presencia de un tercer importado fortaleció a la mayoría de los equipos, al tiempo que también le restó tiempo de juego a canasteros nativos.
En Santurce, Ángel Matías debía dividir su tiempo de juego con los importados, Ian Clark y John Jenkins, al tiempo que Benito Santiago Jr. vio limitado su tiempo en cancha. Santiago, de paso, fue cambiado en pasados días a los Indios.
De otra parte, en mayo, los directores realizaron una reunión extraordinaria para recordarle a la matrícula de 12 apoderados sobre la importancia de mantenerse dentro del tope salarial colectivo.
En aquella ocasión, Carlos “Cady” Acosta, apoderado de los Indios, negó que se hubiera presentado el tema por señalamientos de que alguna franquicia estuviera incumpliendo.
Para este año, el ‘soft salary cap’ o tope salarial flexible fue de $900,000. El ´hard salary cap’ estuvo en los $1.4 millones por equipo. De sobrepasar la suma, conlleva penalidades de hasta $100,000, además de la pérdida de turnos en el sorteo de nuevo ingreso.
Entre los semifinalistas del BSN, la nómina de los Indios fue de $900,400, mientras que la de los Leones de Ponce rondó en los $1.2 millones. Bayamón y Santurce, con apoderados de alto poder económico, no proveyeron los números a pedido de este diario.
El tema del tope salarial será uno de los puntos principales a discutirse en la liga en septiembre.
“Lo primero que tienen que hacer los apoderados es verificar si hubo cumplimento con el tope salarial colectivo que fuera más allá que simplemente el luxury tax. Después del hard cap hay una penalidades y eso lo primero que tienen que discutir para ver cuál va ser su posición. Si no hay un control sobre eso, suponiendo que haya habido vibraciones, no hay un balance competitivo adecuado entre las franquicia”, apuntó Carrillo.
El Nuevo Día supo que hay una auditoría con una firma externa en curso sobre las nóminas de los conjuntos.
Carrillo informó que tuvo reclamaciones de algunos jugadores de dos equipos diferentes por incumplimiento de pago de las últimas quincenas.
“Han sido mínimas y se han resuelto”, indicó Carrillo sobre las deudas.
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