En Chicago estaba Juan Antonio Corretjer en el 1981, invitado a un acto conmemorativo del arresto de presos políticos puertorriqueños. Cantaba el trovador Tony Ortiz décimas “de guerrilla, barre campo”, como se les conocía a los versos incendiarios y partidarios de la independencia. Pero el destacado poeta cialeño consideraba que los eventos de lucha, y sus héroes, merecían versos celebratorios.