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Sandra Zaiter murió, en la tarde de hoy, a los 78 años. La animadora de programas infantiles, cantante, compositora, escritora, música y pedagoga se encontraba recluida en un hospital del área metropolitana, confirmó a El Nuevo Día una fuente cercana a la artista.
Zaiter ha sido una de las figuras más queridas de la televisión puertorriqueña y destacó por su labor social y educativa durante toda una vida. A esta tierra, llegó de niña con sus padres procedentes de República Dominicana, país donde nació de un padre libanés y una madre de raíces italianas.
Su primer llamado profesional fue el magisterio y ya, desde los 19 años, sin haber terminado su bachillerato en Pedagogía de la Universidad de Puerto Rico se desempeñaba como maestra.
Una carrera como pocas
Su incursión en la televisión fue por casualidad. Ocurrió cuando le ofrecieron sustituir a Rita Aragón, hija de Emilio Aragón, mejor conocido como Miliki, en el programa infantil Telecómicas.
Luego, le llegó la oportunidad de fungir como maestra del programa educativo “Romper Room”, una producción de origen estadounidense.
Más adelante, estuvo al frente del programa “Sandra en Rikalandia”, que emitía Rikavisión (Canal 7), junto al titiritero Filipo Tirado en el papel de “El Profe”.
Muchos piensan que, de no ser por el accidente que sufrió en la isla de Icacos el 13 de septiembre de 1975, hubiese podido alcanzar fama internacional.
Ese día, Sandra compartía de un día de playa y antes de partir decidió darse “el último chapuzón”, con la mala fortuna de que la marea bajó y estrelló su cuerpo contra las rocas, rompiendo su cervical y quedando en estado cuadrapléjico. A pesar de este evento, su genio, energía y fortaleza de espíritu le permitieron seguir adelante.
“Siempre he sido maestra, esa es mi vocación, ese ha sido mi propósito en la vida y tuve el privilegio inmenso de serlo a través de la televisión con un micrófono y una cámara en un pequeño estudio. El mensaje llegaba a miles de familias. Tuve el privilegio de que los padres me confiaban a sus hijos a través de la televisión”, comentó en una ocasión a El Nuevo Día.
Conocida por los niños como “Titi Sandra”, nunca tuvo hijos propios. Con la ruptura de las vértebras, sus aspiraciones de un día convertirse en madre también desaparecieron por obligación. Posteriormente, compensó con el amor que recibió de niños y niñas de varias generaciones de puertorriqueños. También, fue amada por sus mascotas, aves y gatos que compartían por igual su falda, sus caricias y sus cuidados.
Posterior al accidente en Icacos, los seis meses que “Titi Sandra” estuvo en un tratamiento de rehabilitación en Nueva York fue sustituida por muchos artistas como las hermanas Lissette y Olguita Ávarez, Tony Croatto, Glorivee y Raquel Montero, quienes se dieron a la tarea de mantener el proyecto vigente.
A Sandra, una mujer guapa, alta, siempre sonriente, le encantaba bailar y brincar con los niños que asistían a su programa en Rikavisión, Canal 7, al ritmo de canciones de su autoría que también interpretaba. Tras la rehabilitación, regresó al programa, pero sin sus pequeñines, pues ya no los podía atender desde una silla de ruedas.
La artista tuvo dos novios; el primero, su compañero del Colegio Santa Mónica, Nelson Grau, quien se convirtió más tarde en un destacado neurocirujano, y Ettore, un italiano que conoció en Florencia, Italia, cuando pasó seis meses allí con su abuelo materno.
El amor que aquel joven despertó en ella la hizo olvidarse de su vocación de convertirse en monja, pero no lo suficiente como para casarse con él e irse a vivir a Italia.
Justo cuando sufrió el accidente recibió una carta del joven italiano, que no estaba al tanto de la situación, que la puso muy triste.
“En la carta, Ettore me contaba que se había casado y la noticia estaba acompañada de una foto de su esposa. Eso me sacudió y me pregunté entonces qué sería de mi vida si me hubiera casado y me hubiese ido a vivir a Italia como él quería”, expresó.
Con los años, la animadora decidió contar su vida en un libro. No fue algo planificado, ni siquiera se lo había planteado, como tampoco imaginó el desahogo que representó revivir los últimos 37 años.
“Fue una catarsis enorme, donde lloraba a solas aquí, frente a mi computadora, porque había momentos bien duros, bien difíciles, porque al tú contarlos vas reviviéndolos; y tratando de poner todos los detalles uno va dejando salir las emociones”, narró.
Su biografía, “Gaviota en vuelo con ala rota”, publicada en el año 2009, inicia con la narrativa del pasadía que cambió su vida.
“Acepté ese momento, gracias a Dios, prácticamente desde el primer día, porque tuve una experiencia que, de hecho, empiezo relatándola en el libro, donde mi espíritu dejó el cuerpo y en donde Dios me dio la oportunidad o de regresar al cuerpo, aunque me esperaban cosas difíciles, o dejarlo ahí, pero me iban a faltar cosas por resolver, entonces tomé la decisión de volver a el cuerpo”, reveló.
Las “cosas difíciles” a las que se refería fueron las úlceras por la posición en la silla de ruedas, las constantes infecciones por su condición. Además, en 1992 le removieron la vejiga y le colocaron un conducto mediante un procedimiento llamado urostomía.
Su historia fue llevada a la televisión
“Gaviota de la esperanza” fue un unitario basado en la vida de la “titi” más querida de Puerto Rico producido por Ángela Meyer y protagonizado por Elia Enid Cadilla.
“Me impactó mucho cuando lo vi finalizado, porque estuve alejada de la filmación. Sobre todo, la parte de cuando Elia se desnucó en el unitario al lanzarse de la roca al mar”, detalló la artista.
En la historia se devela cuando le cortaron el pelo para atornillarle un hierro del cual colgaban unas pesas.
“Al quedar la cervical en astillas, el doctor había tenido que abrirme para sacarlas y construirme una cervical nueva. Para que eso sellara tuve que estar con la cabeza hacia arriba sin moverme por nueve semanas mirando nada más que el techo, sin poderme cepillar el pelo que lo tenía lleno de algas y agua salada todavía. No hay nada peor para una mujer que tener la cabeza sucia… Pensaba que me iba a morir”, detalló Zaiter.
Su gran amiga, la cantante Lisette Álvarez, grabó la composición de Sandra “Hay que cantar, hay que reír”, y poco después le compuso la balada “Mi amiga”.
Sobre su proceso de rehabilitación, la cantautora había revelado que todo ser humano viene preparado con una fuerza interior que desconoce hasta que la vida le desafía.
“Era aprender a hacer todo lo que hacía antes, pero de forma diferente”, explicó.
La adiestraron igualmente a conducir un automóvil utilizando las manos en una guagua que compró de segunda mano en Nueva York.
“El manubrio conectaba al freno, al acelerador y al guía para girar. Aprendí a guiarla y saqué mi licencia. De eso se trata la vida, de vencer retos”, relató Zaiter.
Figura constante en la televisión puertorriqueña, más tarde condujo el programa de entrevistas “Contra viento y marea” (WIPR) y volvió a ser el corazón de “Telecómicas” en Telemundo junto a los personajes de Dagmarita y el Pollito Yito, hasta su cancelación en 2001. Vinculada siempre con la población infantil, Sandra hizo entonces una exhortación en la que dirigió a los niños que la seguían hacia otras figuras como Remi, María Chuzema, Chícola, Burbujita, Emmanuel y Juglar.
Su salida del canal 2 representó el fin de su etapa como animadora de programas infantiles, una que le ganó incontables reconocimientos entre los que destacan un doctorado Honoris Causa de la Universidad Interamericana en 1993, el premio Tradición de Excelencia en Desarrollo Infantil en 1997 y la Medalla Servicio Público de la Fundación Felisa Rincón de Gautier.
A mediados de 2020, la presentadora estuvo hospitalizada por un largo periodo de tiempo debido a unas lesiones provocadas por un accidente de tránsito. “Tratando de echarme a un lado choqué con la valla en el puente de la avenida Kennedy y eso me llevó al hospital donde encontraron que tenía fracturado los huesos de los dos fémures y la muñeca”, contó en aquel momento en una entrevista telefónica.
De la misma forma, a principios de 2021 Zaiter se cayó de su silla de ruedas mientras cruzaba una carretera en San Juan, donde residía. “Creo que ya muchos se enteraron que me caí de mi silla de ruedas al cruzar una calle. Había un desnivel y mi silla se volcó y caí de frente chocando con la calle. Gracias a Dios no fue de nuca y solo un chichón en la frente. Amanecí con dolores en todo el cuerpo. Carlos, mi vecino, bajaba por esa calle y corrió a socorrerme al igual que vecinas queridas como Mary AnnMoll y Leticia”, detalló la artista.