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Sin boleto, pero con orgullo: así se vive el ambiente a las afueras de la residencia de Bad Bunny

Los exteriores del Coliseo de Puerto Rico se han convertido en un punto de encuentro para personas que llegan, no para ir al concierto, sino para disfrutar de las experiencias en la zona, como el “Trocadero”

3 de agosto de 2025 - 11:10 PM

Una vista del “Al Son de Aquí Fan Fest” en el área del Trocadero, frente al Coliseo de Puerto Rico, donde se ofreció música, ambiente caribeño, kioscos y la oportunidad de disfrutar de la cultura puertorriqueña. (Ramon "Tonito" Zayas)

San Juan, Puerto Rico - Aunque el espectáculo comienza puertas adentro, en los alrededores del Coliseo de Puerto Rico ya se respira fiesta desde temprano. Visitantes locales y del extranjero se congregan en las afueras del recinto, donde la residencia de Bad Bunny ha transformado el espacio en un microcosmos de cultura, identidad y celebración colectiva.

No todos llegan con boleto en mano. Algunos, como Nilda Robles y su familia, han hecho el viaje desde Carolina solo para disfrutar del ambiente.

“Queríamos ver cómo mucha gente de todos los países del mundo nos está visitando y la están pasando muy bien”, comentó su esposo, Samuel Robles, llevando sobre su cabeza una pava que se ganó jugando a las picas en una de las áreas recreativas instaladas en el exterior. “La pasamos excelente. Está muy bien planificado, muy bien organizado”.

Para Samuel, lo que ha logrado el artista con esta serie de conciertos va mucho más allá del entretenimiento. “Él ha hecho una labor encomiable. Yo mismo me dedico al transporte de personas y el ‘feeling’ que recibo cuando llegan al país es increíble. Esa emoción, ese orgullo de venir a Puerto Rico y poner en alto nuestra cultura, aunque sea a su manera”, dijo.

La residencia, que se extiende hasta septiembre, ha creado una especie de parque temático cultural en torno al universo artístico de Benito Martínez Ocasio, nombre de pila del cantante. Aunque no todos entran al concierto, muchos optan por vivir la experiencia desde las inmediaciones, especialmente el recién inaugurado “Trocadero”, que reúne música, puestos de comida, actividades recreativas, y, por supuesto, oportunidades de encuentro entre visitantes.

“Yo pienso que nos engañó. Él dijo que se iba a un sabático, pero esto no se hace en dos o tres meses. Aquí hay tanto detalle, tanto sentimiento envuelto. Esto es un honor a la patria”, bromeó Nilda, entre risas.

Una de las imágenes más comunes es la de familias compartiendo el día, jugando al dominó, buscando piraguas, comprando mercancía oficial o simplemente tomándose fotos con las decoraciones que rinden homenaje a la carrera del artista. Nilda destacó que quiso estar presente con su familia, porque deseaban pasar por la experiencia más llamativa del verano.

Y es tan bonito ver a otras personas de otras áreas del mundo compartiendo en la misma fila con nosotros, sudando con nosotros”, explicó.

Al igual que ella, Elaine Díaz y sus amistades llegaron desde Guaynabo sin prisa y sin boleto para el día. Con trago en mano, con el sonido de perreo retumbando por toda el área, Elaine relató lo que la trajo a este lugar.

“Venimos la semana que viene al concierto, pero queríamos vivir la experiencia antes, ver la dinámica de todo esto, que está excelente”, explicó. Para Elaine, conocer el entorno antes de asistir al show y así disfrutar con más calma cuando llegue su turno implicaba poder disfrutar con calma de todas las experiencias disponibles. Debido a la gran cantidad de personas que se congregan cada fin de semana en la zona, puede ser difícil verlo todo antes de que el Coliseo abra sus puertas.

“La oportunidad de todos los negocios que están aquí está excelente. Está súper tranquilo, cómodo y la experiencia está chula”, añadió. Confesó que habían hecho “un par de filitas”, pero que habían conversado con turistas y notaron que muchos visitantes extranjeros hablaban cosas bonitas de Puerto Rico.

Eso es lo que uno espera, que se lleven una buena imagen”, opinó.

Ese cruce entre orgullo cultural y estrategia turística parece ser uno de los logros más visibles de esta residencia. La visibilidad internacional de Bad Bunny no solo arrastra multitudes, sino que promueve una experiencia inmersiva sobre lo que significa ser puertorriqueño hoy.

“Esto es lo que él está transmitiendo al mundo entero”, insistió Samuel Robles. “Y es tan lindo, tan bonito que nos sentimos orgullosos”. Incluso espera que, como en ocasiones anteriores, el artista opte por transmitir parte del concierto a través de televisión, u otras plataformas, para que el mensaje llegue a quienes no han podido estar físicamente en la isla. “Sería una buena idea. Esto tiene que verlo el mundo”, dijo.

En la antesala de cada función, mientras el sol se refleja en las filas y las conversaciones fluyen entre desconocidos, se va tejiendo una narrativa distinta, la de una comunidad que se redescubre a sí misma a través de la música, el arte y la colectividad. Para algunos será su primer concierto de Bad Bunny; para otros, solo otro día más en el “Choliseo”. Pero para todos los que se dan cita, con o sin taquilla, es claro que la residencia es mucho más que un show, es un evento cultural que ha transformado los alrededores del Coliseo en un punto de encuentro para el país y el mundo.

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