1 de septiembre de 2025 - 11:30 PM
Bad Bunny cerró el domingo un mes de agosto lleno de sabor internacional en el Coliseo de Puerto Rico, con la función 24 de su residencia “No me quiero ir de aquí”.
Fue otro espectáculo repleto de energía y pasión, con un público que se disfrutó cada minuto de la presentación.
Este domingo le tocó el turno al cantante Luis Fonsi de interpretar “Lo que le pasó a Hawaii”, como este mes ya lo habían hecho Willy Rodríguez, Kany García, iLe y Tito Auger. Mientras, Ozuna acompañó al protagonista de la noche en la famosa casa rosada.
Agosto contó con 15 funciones, las cuales se abrieron al público internacional tras unos primeros nueve espectáculos en julio para los fanáticos boricuas.
El sabor internacional se notó desde tempranas horas de la tarde, con el bullicio de cientos de fanáticos que se congregaron en los alrededores del Coliseo de Puerto Rico para el evento definitivo del verano: la residencia artística del artista más famoso del mundo. No se trata solo de un concierto más de Bad Bunny. Para muchos, la cita en la isla representa un regreso simbólico a una raíz general, a algo que trasciende nacionalidades, aunque hayan nacido muy lejos de estas tierras.
Entre ellos está Jasmine Orozco, una joven mexicana que vive en el estado de Arkansas, que descubrió por primera vez una parte de la vida en Puerto Rico.
“Todos han sido muy amables. La comida y las bebidas son buenísimas. Definitivamente, voy a volver”, confesó, todavía sorprendida por la calidez boricua. Aunque ya ha visto a Benito en tarima en dos ocasiones en Estados Unidos, esta vez siente algo distinto.
“Como esta es su casa, sé que va a ser una experiencia diferente. Él está tan orgulloso de ser puertorriqueño que venir aquí se sintió como estar en casa, como ir a la casa de un amigo donde conoces a toda su familia”, explicó.
Esa sensación de cercanía se repite, también, en otras voces. Desde Indiana viajó Jessica Pérez, hija de inmigrantes mexicanos. Con los ojos muy abiertos, describió el contraste entre su vida cotidiana y lo que había encontrado en la isla.
“Allá todo es triste, aquí todo es feliz, lleno de colores”. Fanática leal, ha seguido a Bad Bunny en cada parada de su carrera en Estados Unidos, pero espera que la experiencia en Puerto Rico marque un antes y un después.
“He ido a todos los conciertos de Benito, pero creo que aquí va a ser completamente diferente. Él representa muchísimo nuestra cultura, el idioma, la alegría, todo eso lo vivimos y lo celebramos”, sostuvo.
Más al sur del continente, en Ecuador y Colombia, respectivamente, comenzó la historia de Melissa Neal y Valentina Landzábal, quienes decidieron tatuarse la bandera de Puerto Rico (de forma temporera), como recuerdo de este viaje. Se conocieron en España y, apenas Bad Bunny anunció las funciones, pactaron una cita en San Juan.
“Es bonito celebrar otra cultura como algo propio, compartirla como si fuera nuestra”, contó Melissa con entusiasmo. A lo largo de esta visita han quedado impactadas por la presencia y fortaleza del patriotismo boricua.
“Aquí la gente conoce mucho de su historia, de su barrio, de su gastronomía. Es una diversidad que te invita a ir más allá de San Juan para entender la riqueza completa de la isla”, dijo Valentina. Para ellas, Benito encarna un fenómeno cultural sin precedentes.
“Él puso al latino de moda. Hoy hasta los gringos quieren tener esa esencia y sabor que los latinos llevamos por dentro. Es un orgullo compartido que nos conecta más allá de las diferencias culturales”, explicó.
Las historias de Jasmine, Jessica, Melissa y Valentina son apenas una muestra de lo que se vivió en la isla durante este mes de agosto, punto intermedio de la ambiciosa residencia de Bad Bunny.
Jóvenes y adultos mayores de múltiples países y de la diáspora boricua han llegado a Puerto Rico para cantar, bailar y dejarse envolver por un espectáculo que va mucho más allá de la música. Lo que han encontrado, según han contado, ha sido hospitalidad, identidad y un sentido de pertenencia inesperado, como si en cada nota de Bad Bunny resonara la invitación a sentirse parte de una casa común llamada Caribe.
Más que un concierto, la experiencia de muchos se ha convertido en un cruce de caminos culturales sin precedentes. Puerto Rico, sin estar consciente de ello, se ha transformado en un punto de encuentro para personas de todas partes del mundo. Un escenario donde puertorriqueños y extranjeros comparten algo que no cabe en cifras ni boletos vendidos, la certeza de que la música y el mensaje de un artista pueden transformar a un país en algo como un hogar y a ese mismo artista en símbolo de unión que cruza todo tipo de barreras.
Y así, entre tatuajes, banderas, acentos y emociones compartidas, Puerto Rico cerró agosto convertido en escenario del mundo. No hubo fronteras dentro del Choliseo, solo un mismo corazón latiendo al ritmo de la isla.
El pasado 11 de julio comenzó la residencia más ambiciosa en la historia musical de la isla, una serie de 30 conciertos que se extenderán hasta septiembre para celebrar su álbum más reciente, “DeBÍ TiRAR MáS FOToS”.
Las noticias explicadas de forma sencilla y directa para entender lo más importante del día.
Te invitamos a descargar cualquiera de estos navegadores para ver nuestras noticias: