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Un sepelio especial: entre música, panderos y salsa, celebran las huellas de amor dejadas por Xiomara Calderón

Familiares y amigos celebran su vida entre canciones

25 de noviembre de 2025 - 3:17 PM

El sepelio de Xiomara Calderón culminó en el Cementerio Municipal de Dorado. (Suministrada)

Los girasoles descansan sobre la blancura del ataúd en el Pabellón Comercial Rafael Hernández Colón, de Dorado, como pequeñas estrellas amarillas, que brillan solo para ella. En el aire se puede sentir el espesor de las lágrimas que se han derramado desde el momento en que se supo, desde que por primera vez alguien dijo su nombre, sabiendo que ya nunca más estaría. Xiomara Calderón Santiago descansa, su cuerpo como dormido, mientras su mundo se prepara para darle la verdadera y última despedida.

Pastores y reverendos ofrecen palabras y oraciones con las que buscan brindar consuelo, con las que buscan rendir algún tipo de explicación, darle sentido a todo lo que ha pasado. Pero la muerte es y siempre será el gran misterio que solo se conocerá de verdad cuando llegue a tocar la puerta propia. Decenas de personas lloran, lloran con dolor y con angustia, porque, aunque muchos no lo sabían hasta ese momento, una luz que llenaba los rincones de sus corazones se ha apagado para siempre. Y entonces, alguien canta.

Creo en la amistad sincera,

sin barreras ni color,

creo en el calor humano,

que se une en medio del dolor.

El último baile de Xiomara Calderón: así le dijeron adiós

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"Vamos a honrarla con nuestro corazón". Mira cómo despidieron a la bailarina y creadora de contenido en Dorado.

Xiomara, conocida como “La Golda”, murió a los 38 años el sábado 15 de noviembre. Su vida, plasmada en gran medida a través de sus redes sociales, era una llena de música, de baile y alegría. Y hoy, en medio del dolor, quienes más la han amado en el mundo intentan honrar ese legado, balanceándose entre celebrar su vida y sufrir su partida. Y por eso, sigue sonando música.

“Puedes tener paz en la tormenta, fe y esperanza cuando no puedas seguir…”, alguien intenta seguir el coro de otra canción, pero la voz se le quiebra en el intento. Lleva sus manos hasta su rostro, intentando secar las lágrimas que brotan de sus ojos, pero las lágrimas nunca paran. Así que, con las líneas trazadas por el llanto en los cachetes, decide seguir intentando hacer sonar la voz que se le ahoga en la garganta.

El mediodía comienza a hacer su entrada, y se va acercando el momento final. El ataúd blanco comienza su desfile hacia el Cementerio Municipal de Dorado, cargado por todas las manos que pueden alcanzarlo. Entonces, sucede algo extraordinario. Sus amigos más cercanos, todos vestidos de blanco, comienzan a bailar al son de salsa. Aplauden al son de la clave, las caras rojas y los ojos grandes, encontrando risas breves entre medio del llanto. Así, comienza el principio del final.

El féretro viaja por la calle como una barcaza blanca que navega sobre las aguas del amor que Xiomara derramó en el mundo. Su canción favorita retumba de la enorme “tumbacocos” que dirige la procesión. La voz de Gilberto Santa Rosa parece hacer eco por todo el pueblo de Dorado como cantándole directamente a ella: “Porque yo en el amor soy un idiota/Que ha sufrido mil derrotas/Que no tengo fuerzas para defenderme/Pero ella casi siempre se aprovecha/Unas veces me desprecia/Y, otras veces, lo hace para entretenerse y es así”.

El sepelio de Xiomara Calderón culminó en el Cementerio Municipal de Dorado.
El sepelio de Xiomara Calderón culminó en el Cementerio Municipal de Dorado. (Suministrada)

Después, hacen su entrada los panderos. Bajo la luz del sol caliente, los integrantes de Plena Libre le regalan a “La Golda” el sonido de sus cueros. Y mientras marchan, cada vez más cerca al lugar de descanso, su repique parece el latir de un corazón que se niega a que la muerte lo silencie.

Entrando al cementerio, los bailarines se forman en dos filas, abriéndole paso a Xiomara y aplaudiendo. Las campanas de una capilla comienzan a tintinear: es el anuncio de que el momento final está muy cerca. Sus amigos y familiares se reúnen alrededor del ataúd una última vez y allí ofrecen algunas palabras finales. La describen como alguien verdaderamente especial, dicen que, cualquiera que fuera su propósito en la vida, lo ha cumplido, que ya puede descansar tranquila. Dicen que hoy, en este camposanto, enterrarán a la semilla de la flor más bella.

El sepelio de Xiomara Calderón culminó en el Cementerio Municipal de Dorado.
El sepelio de Xiomara Calderón culminó en el Cementerio Municipal de Dorado. (Suministrada)

Su padre entonces toma a la multitud para ofrecer unas breves palabras, las primeras en todo el trayecto. “Gracias por sus muestras de cariño. Yo, simplemente, recordaré a Xiomara, no en el ámbito de las redes sociales; la recordaré como cuando entraba por la puerta de mi casa, que era otra”. Esa otra, desconocida para tantos, sería, acaso, la hija, la sobrina, la hermana, la mujer, las incontables dimensiones de un ser humano que una pequeña pantalla de celular jamás podría contener. Ella, dice, era mucho, mucho más que eso.

Y ahí, en el momento culminante, mientras el ataúd llega al final de su camino, queda a simple vista la evidencia de una vida bien vivida: en las huellas de amor que quedan después de la muerte. Calderón Santiago dejó todo un camino de ellas.

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