

24 de mayo de 2025 - 11:31 AM
“Cocaína que iba y venía”. Ese fue el escenario en el que se filmó, en los años ochenta, uno de los grandes clásicos de la época, protagonizado por Robin Williams y Shelley Duvall, y basado en un histórico personaje animado amado por varias generaciones.
“Había cocaína por todas partes. No podías escapar de ello”, reveló el magnate del cine Barry Diller, quien se desempañaba en aquel tiempo como director ejecutivo de Paramount Pictures en una entrevista. La película se filmó en Malta, pero ese no fue un impedimento para que la droga llegara. “Las latas de película se enviaban a Los Ángeles diariamente para ser revelados. Y descubrimos que las latas de película en realidad se usaban para enviar cocaína de ida y vuelta al set”, rememoró Diller. Y agregó: “Todos estaban drogados”.
El magnate indicó que los espectadores podrían incluso ver los efectos en pantalla. “Piensen en… la velocidad de los discos de vinilo... Si 33 revoluciones por minuto es la velocidad estándar para reproducir un LP en un tocadiscos, esta es una película que se reproduce a 78 RPM”, aseguró.
El encargado de la musicalización del film, Van Dyke Parks, ya había mencionado la presencia de droga entre los miembros del equipo en una entrevista previa publicada por Telegraph. Allí, indicó que el famoso productor Robert Evans casi fue atrapado cuando su equipaje lleno de cocaína desapareció en el aeropuerto durante el rodaje de la película.
También relató que el set estaba lleno de drogas escondidas. “Fui el héroe del regimiento por abrir un walkie-talkie para cambiar la batería y encontrar una bolsa de cocaína”, dijo Parks. “No recuerdo cuánta había ni a quién se la di. Pero sí recuerdo que me sentí incómodo, porque sabía que influiría en el comportamiento de la gente y en las dificultades de la producción, incluso en los puestos más altos”.
Evans, quien también produjo clásicos como El Padrino y Chinatown, fue arrestado por tráfico de cocaína mientras la película estaba en postproducción. Tiempo después, borraron el incidente de su prontuario, pero dijo durante una entrevista en 1994: “Bob ‘Cocaine’ Evans es como seré conocido hasta la tumba”.
Williams, a su vez, era bastante abierto a la hora de abordar su adicción a la cocaína en aquella época. Los problemas del actor con las drogas y el alcohol surgieron cuando protagonizaba Mork & Mindy. El director Howard Storm indicó en la biografía Robin, del cronista de New York Times Dave Itzkoff, que el actor se presentaba en el set de grabación “hecho polvo”.
“No había dormido en toda la noche. Aspiraba coca y, si aspirás coca, para bajar de peso bebes alcohol. Estaba afuera toda la noche y se intentaba levantar a todo el mundo en la ciudad”, escribió en el libro. Williams dejó de consumir cocaína tras la muerte de John Belushi, comediante de Saturday Night Live y miembro de la banda The Blues Brothers que sufrió una sobredosis de una combinación letal de heroína y cocaína, el 5 de marzo de 1982.
La noche anterior a la muerte de Belushi, Robin Williams había estado de fiesta con la estrella de TV en el Chateau Marmont de Los Ángeles, lugar en el que el músico y actor fue encontrado sin vida.
“La tragedia de Belushi fue aterradora”, declaró a la revista People en 1988. “Su muerte asustó a todo un grupo de gente del mundo del espectáculo y provocó un gran éxodo de las drogas. Y a mí me llegó el bebé. Sabía que no podía ser padre y llevar ese tipo de vida”, detalló en aquella oportunidad. Williams, que también había luchado contra el alcoholismo, pasó las dos décadas siguientes sobrio, antes de recaer en 2005. Buscó tratamiento para su adicción en 2006 y volvió a pedir ayuda un mes antes de su muerte, en julio de 2014.
Al momento de su suicidio, el actor no había consumido drogas ilegales ni alcohol, según confirmó el informe del forense, realizado en noviembre de 2014.
La estrella padecía demencia con cuerpos de Lewy, una enfermedad neurodegenerativa, la segunda más común después del Alzheimer. Según la página de la clínica Mayo, en la LDB se desarrollan depósitos de proteínas denominados ‘cuerpos de Lewy’ en las células nerviosas del cerebro.
Los depósitos de proteínas afectan a regiones cerebrales que intervienen en el pensamiento, la memoria y el movimiento. Ello puede generar alucinaciones, trastornos de los movimientos, problemas de sueño, apatía y depresión. “Robin llevaba ocho años limpio y sobrio cuando falleció”, aseguró su esposa poco tiempo después de su muerte.
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