Dedicar a diario tres horas o más a navegar por redes sociales influye en malos hábitos a la hora de dormir en adolescentes. (Dean Moriarty / Pixabay)
Dedicar a diario tres horas o más a navegar por redes sociales influye en malos hábitos a la hora de dormir en adolescentes. (Dean Moriarty / Pixabay)

El uso de las redes sociales es hoy una parte importante en la vida de muchas personas. Entre ellas, los adolescentes y preadolescentes, tanto en Puerto Rico como en el resto del mundo. De hecho, según datos del Pew Research Center, se estima que entre los 13 y 17 años más del 45% de los jóvenes está conectado prácticamente todo el tiempo y el 97 % utiliza una o varias plataformas de medios sociales, como YouTube, TikTok, Instagram o Snapchat, entre otras.

Entre sus beneficios, según publica la Clínica Mayo, las redes sociales permiten que los adolescentes creen identidades en línea, se comuniquen con sus pares y construyan lazos sociales. Plataformas que también les proporcionan entretenimiento y en las que pueden expresarse, compartir o conocer a nuevos amigos más allá de su entorno, así como aprender sobre temas variados o incluso, como dice la reconocida institución médica, hasta ayudarlos a evitar una depresión.

Pero como todo en la vida, tiene otros aspectos no tan buenos. Por ejemplo, puede distraerlos, interrumpir su sueño, así como exponerlos al hostigamiento, a la propagación de rumores, a las opiniones poco realistas sobre la vida de otras personas y a la presión de grupo, lo que también puede desencadenar o exacerbar una depresión y a conductas poco saludables, advierte la Asociación Americana de Psicología (APA en inglés).

Precisamente, este pasado martes la organización médica hizo unas recomendaciones al prever que los adolescentes van a utilizar las redes sociales pase lo que pase, por lo que quieren ofrecer sugerencias a los adolescentes y a sus padres, profesores y empresas tecnológicas que intervienen en sus vidas. Entre ellas, adaptar el uso de las redes sociales a las capacidades evolutivas de los jóvenes, detectar sistemáticamente el uso problemático de las redes sociales y limitar su uso cuando se hace para comparar la belleza o el aspecto de las personas, según publican en su página.

Y, aunque indican que el uso de las redes sociales no es intrínsecamente beneficioso o perjudicial para los jóvenes, señalan que los efectos van a depender “de lo que pueden hacer y ver en línea, de los puntos fuertes o vulnerables preexistentes y de los contextos en los que crecen”. De la misma forma, resaltan que, en general, es muy probable que los riesgos potenciales sean mayores en la adolescencia temprana -un período de mayores transiciones biológicas, sociales y psicológicas- que en la adolescencia tardía y la adultez temprana.

“Las redes sociales pueden convertirse en una incubadora, proporcionando una comunidad y una formación que alimentan el odio racista. El impacto potencial resultante es de gran alcance, incluida la violencia física fuera de línea, así como las amenazas al bienestar”, advierte APA, tras ofrecer unas recomendaciones que se basan en estudios con adolescentes que “completaron evaluaciones estandarizadas de funcionamiento social, conductual, psicológico y/o neurológico, y que también informaron (o fueron observados) participando en funciones o contenidos específicos de las redes sociales”.

Recomendaciones de APA

1. Se debe animar a los jóvenes a que utilicen las redes sociales para crear oportunidades de apoyo social, compañía en línea e intimidad emocional que puedan promover una socialización saludable. “La discusión de comportamientos saludables en línea puede promover o reforzar la actividad positiva fuera de redes y resultados saludables”.

2. El uso, la funcionalidad y los permisos o consentimientos para usar las redes sociales deben adaptarse a las capacidades de desarrollo de los jóvenes debido a que los diseños creados para adultos pueden no ser apropiados para los niños. “Por ejemplo, los adolescentes deben ser informados explícita y repetidamente, de forma adecuada a su edad, sobre la forma en que sus comportamientos en las redes sociales pueden generar datos que pueden ser utilizados, almacenados o compartidos con otros, por ejemplo, con fines comerciales (y de otro tipo)”.

3. En los primeros años de la adolescencia (entre los 10 y los 14 años), se recomienda que utilicen las redes sociales bajo la supervisión de un adulto (para revisar, debatir y orientar sobre el contenido). “La autonomía puede aumentar gradualmente a medida que los crecen y adquieren competencias digitales. Las regiones cerebrales asociadas con el deseo de atención, retroalimentación y refuerzo por parte de los pares se vuelven cada vez más sensibles a partir de la adolescencia temprana y las regiones asociadas con el autocontrol maduro no se desarrollan completamente hasta la edad adulta. Por lo tanto, la supervisión de los padres y el establecimiento de límites apropiados para el desarrollo son fundamentales, especialmente en la adolescencia temprana”.

4. Para reducir los riesgos de daño psicológico, debe minimizarse o eliminarse la exposición de los adolescentes a contenidos que muestren conductas ilegales o psicológicamente inadaptadas, incluidos los contenidos que animen a los jóvenes a adoptar comportamientos de riesgo para la salud, como autolesionarse, hacer daño a otros, o los que fomenten conductas de desorden alimentario (por ejemplo, alimentación restrictiva, purgas, ejercicio excesivo).

5. Para minimizar el daño psicológico, debe reducirse al mínimo la exposición de los adolescentes al “ciberodio”, incluida la discriminación en línea, los prejuicios, el odio o el ciberacoso especialmente dirigidos hacia un grupo marginado (por ejemplo, por motivos raciales, étnicos, de género, sexuales, religiosos, de capacidad), o hacia un individuo debido a su identidad o alianzas con un grupo marginado.

6. Los adolescentes deben ser examinados de forma rutinaria para detectar signos de “uso problemático de las redes sociales” que puedan perjudicar su capacidad para participar en sus rutinas diarias o que presenten riesgo de daños psicológicos más graves con el tiempo. Eso incluye utilizar las redes sociales incluso cuando quieren dejar de hacerlo, interrupción de otras actividades, mentir para mantener el acceso a las redes sociales, pérdida o interrupción de relaciones importantes u oportunidades educativas debido al uso de las redes.

7. El uso de las redes sociales debe limitarse para que no interfiera con el sueño y la actividad física de los adolescentes. “Las investigaciones recomiendan que los adolescentes duerman al menos ocho horas cada noche y mantengan horarios regulares de sueño y vigilia. Los datos indican que el uso de la tecnología, especialmente una hora antes de acostarse y el uso de las redes sociales en particular, se asocia con trastornos del sueño. “El sueño insuficiente se asocia con trastornos del desarrollo neurológico en los cerebros adolescentes, el funcionamiento emocional de los adolescentes y el riesgo de suicidio”.

8. Los adolescentes deben limitar el uso de las redes sociales para compararse socialmente, sobre todo con contenidos relacionados con la belleza o el aspecto físico. “Las investigaciones sugieren que las comparaciones relacionadas con el aspecto físico, así como la excesiva atención y los comportamientos relacionados con las propias fotos y los comentarios sobre las mismas, están relacionados con una peor imagen corporal, una alimentación desordenada y síntomas depresivos, especialmente entre las chicas”.

9. El uso de los medios sociales debe ir precedido de una formación “en alfabetización mediática” para garantizar que los adolescentes hayan “desarrollado competencias y habilidades psicológicamente informadas” para lograr un uso equilibrado y seguro.

10. Se deben aumentar los recursos y continuar con estudios científicos sobre los efectos positivos y negativos de los medios sociales en el desarrollo de los adolescentes.

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