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El emocionante toque de campana, la señal de vencer el cáncer: “Eso es esperanza, eso es victoria”

El Nuevo Día llegó hasta el Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo para presenciar la culminación del tratamiento de Jorelis Porrata y abrazar un nuevo comienzo

18 de mayo de 2025 - 11:10 PM

La paciente Jorelis Porrata Marrero tocó la campana tras recibir su último curso de quimioterapia en el Centro de Cáncer de Auxilio Mutuo. (Carlos Giusti/Staff)

Unos fuertes campanazos se escucharon en señal de victoria el pasado martes, 15 de abril, seguido de gritos de algarabía y celebración. En el quinto piso del Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo no faltaron los instrumentos de parranda ni los pitos ni tampoco las lágrimas del personal que atestiguó que Jorelis Porrata Marrero, de 36 años, culminara su ciclo de quimioterapias.

Cuando apenas era una niña de 6 años, perdió a su mamá a sus 30 al batallar con un cáncer de mama. Tras esa enorme pérdida física, quedó bajo el cuidado de su tía, sus abuelos maternos, su papá y otros familiares. Nunca imaginó que años después la historia se repetiría con su abuela materna, quien también fue diagnosticada con cáncer de seno a los 56 años, y falleció 8 meses después.

Parte del personal del Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo, que celebró cuando la paciente Jorelis Porrata Marrero tocó la campana tras recibir su último curso se quimioterapia.
Parte del personal del Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo, que celebró cuando la paciente Jorelis Porrata Marrero tocó la campana tras recibir su último curso se quimioterapia. (Carlos Giusti/Staff)

Esta mujer, natural de Toa Alta, sabía de antemano que las probabilidades de padecer cáncer de mama eran elevadas. El año pasado, luego de haberse palpado, los exámenes arrojaron que tenía tumores en ambos senos, por lo que en septiembre de 2024 se sometió a una mastectomía bilateral, para luego proceder con el tratamiento.

Su hijo Diriell tenía 2 años cuando el diagnóstico tocó a su puerta, por lo que afloraron ciertas preocupaciones relacionadas con su crianza, así como temor. “A uno le dicen cáncer y rápido piensa en muerte. Yo pensé, mi hijo va a pasar lo mismo que yo, va a crecer sin su mamá. Y mira, lo hice. Mi único miedo temor era dejar a mi hijo”, reiteró conmovida.

Otro de sus temores era cómo iba a reaccionar su unigénito cuando se le cayera el pelo, como parte de los efectos de la quimioterapia. Sin embargo, eso se disipó al darse cuenta de que su niño lo tomó muy normal y no extrañó nada.

“Me preocupaba no saber cómo me afectarían los efectos secundarios en términos del cansancio, el comer y si tendría la energía para atenderlo. Pero, todo lo he manejado, pensé que me iba a sentir peor”, dijo la joven madre, que tomó 16 quimioterapias en total, en lo que fueron dos fases de tratamiento.

Con una actitud sonriente y optimista ante la vida, Jorelis manifestó nunca haberse sentido sola, pues su familia se convirtió en esa red de apoyo emocional, que le permitió afrontar la adversidad de la mejor manera posible. Tenía la certeza de que, luego de la mastectomía doble, si creía en el tratamiento, iba a funcionar a modo de prevención. Más adelante se le recomienda practicarle una histerectomía, pues al tratarse de un gen mutado, habría que evitar la aparición de células cancerígenas en el útero y los ovarios.

Entre lágrimas, la paciente Jorelis Porrata compartió con sus familiares la finalización del ciclo  del Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo.
Entre lágrimas, la paciente Jorelis Porrata compartió con sus familiares la finalización del ciclo del Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo. (Carlos Giusti/Staff)

Mientras tanto, celebra la victoria de haber superado el cáncer y tocar campana. Ese simbólico gesto, con flores y globos en sus brazos, lo vivió rodeada de su compañero, su suegra, cuñado, primas y otros miembros de su familia, quienes se convirtieron en su red de apoyo y nunca permitieron que se sintiera sola.

Campana del Centro de Quimioterapia de Auxilio Mutuo

Campana del Centro de Quimioterapia de Auxilio Mutuo

¿Qué es lo primero que quieres hacer hoy cuando salgas de aquí, luego de tocar campana?, le preguntamos. “Buscar a mi hijo y abrazarlo”.

“Hoy tiene 3 años, es mi motor, mi razón y mi fuerza. Mi familia y Dios no me han soltado la mano, me sostienen, pero es mi hijo quien me impulsa a seguir luchando. Ser madre me convirtió en una guerrera”, manifestó a la vez que aprovechó la oportunidad para exhortarle a todas las mujeres, que se revisen y se hagan las pruebas de detección, que no ignoren su salud porque “el tiempo marca la diferencia entre la vida y la pérdida. Una prueba a tiempo puede cambiar tu destino”.

La campana que llegó

El memorable momento de Jorelis, también lo presenció la voluntaria María Antonia Diez Brachi, quien visita este centro de cáncer todos los martes para servir de apoyo y de aliento a todos los pacientes que acuden a recibir tratamientos. Su cariño, gentileza, tacto, comprensión y solidaridad es evidente en cada paso que da por los diversos cubículos de este centro, en el que ella recibió tratamiento de quimioterapias.

Y es que Mariam, como prefiere que le llamen, cuando tenía de 45 a 50 años sufrió un primer diagnóstico de cáncer en el seno izquierdo y más adelante en el seno derecho. Luego de lograr vencer la enfermedad en dos ocasiones, someterse a mastectomías y recibir tratamiento de quimioterapias, esta sobreviviente acudió al llamado de uno de sus tres hijos, quien la viajó hasta Jacksonville en Florida, para que sirviera de apoyo a su esposa que recién había sido diagnosticada con cáncer de seno.

Para la voluntaria del Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo, Marian Diez, era importante que este tuviera una campana grande, que fuera utilizada por los pacientes que concluyen tratamiento de quimioterapia.
Para la voluntaria del Centro de Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo, Marian Diez, era importante que este tuviera una campana grande, que fuera utilizada por los pacientes que concluyen tratamiento de quimioterapia. (Carlos Giusti/Staff)

La práctica de tocar campana al culminar un tratamiento de cáncer le era totalmente desconocida a Mariam, pues hace 14 años, cuando enfrentó su diagnóstico en el Centro del Cáncer del Hospital Auxilio Mutuo, no había campana.

“Estuve durante todo el tratamiento de mi nuera en lo que ahora es el MD Anderson de Jacksonville. Fue revivir lo mío, al entrar en los cubículos. El día que culminó, ya cuando estoy recogiendo todo, veo que nos vienen a buscar porque ‘había que tocar campana’. Eso a mí como que me chocó. Voy con ella y te juro que quien tocó la campana, en mi mente fui yo. Fue una emoción tan grande y tan grande, que yo empecé a llorar de la emoción. De empezar con una cosa triste y terminarla con una cosa tan preciosa como es tocar la campana. Eso es esperanza, eso es victoria, así es como yo lo veo y para mí lo más importante”, contó la voluntaria residente de San Juan.

Ese momento le fue tan significativo, que al salir del hospital inmediatamente le indicó a su hijo que ella debía llegar a Puerto Rico con una campana y le insistió para que le consiguiera una. “Conseguimos esta campana en un sitio de antigüedades, que la tuvimos en el centro por dos años”, indicó mientras mostraba y sostenía en sus manos una campana con una base de madera. “Sin embargo, para el crecimiento del centro, ya era chiquita. Así que quise pedir una campana bien grande, que es la campana que tenemos ahora mismo en el centro de cáncer”.

La voluntaria y también sobreviviente de cáncer, Marian Diez sostiene la primera campana que llevó ella misma al Centro de Cáncer, que luego reemplazó por otra más grande.
La voluntaria y también sobreviviente de cáncer, Marian Diez sostiene la primera campana que llevó ella misma al Centro de Cáncer, que luego reemplazó por otra más grande. (Carlos Giusti/Staff)

Desde entonces, es la campana que marca ese momento único, emotivo y trascendental en la vida de los pacientes que reciben tratamiento en el Centro del Cáncer de la referida institución hospitalaria, quienes viven ilusionados con la esperanza de poder tocarla, pues es un acto lleno de significado para celebrar la finalización exitosa de su tratamiento contra el cáncer.

“Amo este lugar. De verdad yo adoro lo que hago, es con mucho orgullo y amor. Cada pedacito de este hospital es especial para mí”, expresó Mariam en agradecimiento, mientras luce uniformada con un abrigo violeta que, además de llevar su nombre, le caracterizan unos alfileres de diversos lazos y símbolos cristianos que lleva como aplicaciones sobre la tela, que le han sido obsequiados los pacientes a lo largo de su voluntariado de unos 9 años.

Mariam luce uniformada con un abrigo caracterizado por unos alfileres de diversos lazos y símbolos cristianos que lleva como aplicaciones sobre la tela, que le han sido obsequiado los pacientes a lo largo de su voluntariado de unos 9 años.
Mariam luce uniformada con un abrigo caracterizado por unos alfileres de diversos lazos y símbolos cristianos que lleva como aplicaciones sobre la tela, que le han sido obsequiado los pacientes a lo largo de su voluntariado de unos 9 años. (Carlos Giusti/Staff)

¿Qué significa tocar campana y cómo ayuda?

Múltiples frecuencias acústicas se mezclan cuando un péndulo es sacudido contra las paredes internas de una campana. Ese sonido característico se ha vuelto tradición en los diversos hospitales y centros oncológicos de todo el mundo, al ser tocados por los pacientes que culminan sus tratamientos en contra del cáncer.

Diversos centros oncológicos mencionan que la tradición de tocar una campana al vencer el cáncer comenzó en 1996 en el Centro Oncológico M.D. Anderson de la Universidad de Texas, cuando un paciente naval, que había terminado su tratamiento de cáncer, sugirió la idea inspirado por una tradición naval donde los marineros tocan una campana para marcar el final de una misión o el regreso a puerto seguro.

La doctora Lorelei Sandoval, quien se desempeña como psicóloga clínica en el Centro de Cáncer de Auxilio Mutuo, afirmó que se trata de una “celebración de todos los sacrificios emocionales y físicos que se hacen para poder estar bien, además de marcar el cierre de un ciclo”.

“Sabemos que la recurrencia ocurre, pero esperamos el cierre de ese capítulo, donde ya terminé mi tratamiento y empiezo mi próximo capítulo de vida. Esta institución lo celebra con ellos”, destacó.

La paciente Jorelis Porrata Marrero recibió su último curso se quimioterapia acompañada por también por Dalí Marrero Morales, tía de la paciente.
La paciente Jorelis Porrata Marrero recibió su último curso se quimioterapia acompañada por también por Dalí Marrero Morales, tía de la paciente. (Carlos Giusti/Staff)

“Quiero llegar a esa meta, quiero tocar campana”, es una frase que escucha con frecuencia esta psicóloga, quien además señala que visualizar ese acto en un futuro cercano mantiene a los pacientes con optimismo. Asimismo, destacó la importancia de estos pacientes contar con ayuda psicológica durante sus tratamientos.

“Cada vez vemos la tendencia de que hay más psicólogos en los centros de cáncer, comparado con hace 20 años. Cuando comencé en el Auxilio, yo creo que fui la segunda o la tercera. Ahora se ven mucho más los psicólogos porque se entiende que somos una sola cosa. Lo que es la fisiología no se puede atender sola, sino que hay que atender también el aspecto emocional y el aspecto espiritual. En la medida en que todos, con o sin cáncer, balanceemos esas tres áreas de nuestra vida, nos vamos a sentir mejor”, amplió la doctora Sandoval.

Jorelis Porrata Marrero es abrazada por su esposo luego de tocar la campana en señal de victoria.
Jorelis Porrata Marrero es abrazada por su esposo luego de tocar la campana en señal de victoria. (Carlos Giusti/Staff)

A continuación, la psicóloga ofreció algunas recomendaciones para el paciente que esté bajo tratamiento:

  • Enfocarse en lo que puedes controlar, por ejemplo: lo que comes, tu actitud, si te ejercitas o no, cumplir con las indicaciones médicas.
  • Acudir a un terapeuta, psicólogo, consejero o cualquier persona que te ayude en ese proceso puede ser bien beneficioso. “Supongamos que una mujer trabajadora que nunca iba a un médico a hacerse sus chequeos anuales, y ante un diagnóstico la vida cambia totalmente y necesita ajustarse a esos cambios, entre ellos visitas consistentes a oficinas médicas o laboratorios“, explicó.
  • Tener confianza con los médicos para poder hacer preguntas, cuestionar y conversar sobre los efectos secundarios.
  • Ventilar sentimientos: Llorar está permitido. No te prives de las emociones que estás experimentando. Es una forma de reforzar un proceso que no es normal en tu vida.
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